San Lorenzo venció a Tigre, que sigue sin hacer goles en el torneo
La de San Lorenzo ante Tigre fue una victoria vintage. La consiguió en el Nuevo Gasómetro gracias a futbolistas que la pasada temporada lo llevaron a pelear bien alto. Se impuso con el talento del Perrito Barrios, el olfato de Adam Bareiro y el despliegue de Malcom Braida. A ellos se sumó uno nuevo, que no vino de afuera, sino que se crió en el Bajo Flores: el mediocampista Eilán Irala. El triunfo por 2 a 0 le permite al Ciclón ganar por primera vez en el torneo y llegar con tranquilidad al clásico con Huracán. “Esta tarde, cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar”, advertía la popular cuando apenas se habían jugado un par de minutos. Esa era la importancia que tenía el encuentro de este sábado.
Este San Lorenzo 2024 pasa por una crisis de confiabilidad. Está lejos de ser el que fue la campaña pasada: contundente, con una defensa inexpugnable y un arquero como Augusto Batalla en modo MVP. Ante Tigre, Rubén Darío Insua, el entrenador, se encomendó a siete futbolistas de las inferiores del Ciclón: Luján, Hernández, Giay, Irala, Perruzzi, Barrios y Leguizamón. Todo un mensaje sobre los refuerzos que llegaron, algunos lesionados; otros, faltos de fútbol.
Hace una semana, la derrota en el Cilindro de Avellaneda contra Racing había calado hondo en el equipo azulgrana: por primera vez en mucho tiempo el equipo del Gallego Insua perdió el orden. Se descalabró. Y careció de respuestas ante un rival muy superior. Necesitaba pasar página ante su gente después de empatar con Estudiantes; precisaba reencontrarse con su fútbol, volver a ser lo que fue. Y, para eso, nada mejor que un oponente en horas bajas: para el Matador de Victoria cruzar la mitad de la cancha con pelota dominada es un triunfo y llegar al área contraria, casi una utopía. Lo supo el uruguayo Brahian Alemán, quien se llevó ambas manos a la cara cuando su compañero Gonzalo Maroni desperdició la única jugada que crearon en el primer tiempo: un penal en carrera que el ex Boca (y San Lorenzo) definió por lo bajo, débil y a las manos de Facundo Altamirano.
Por entonces, San Lorenzo ya ganaba 1-0 gracias a su jugador franquicia, su capitán y su hombre gol. Todo eso es Adam Bareiro, la torre paraguaya que lidia con los centrales del oponente en cada partido, pero que también se sacrifica por su equipo y sale del área cada vez que la jugada lo requiere. El hombre que convirtió más del 70% de los últimos 25 tantos del Ciclón: 18 gritos llevan su firma. Claro que los derechos de autor del gol de cabeza del delantero guaraní le corresponden al Perrito Barrios, que hizo uno de sus clásicos quiebres de cintura, dejó pagando a su marcador y envió un centro flotado para que el 9 definiera a placer. El colombiano Jhohan Romaña estuvo cerca de anotar el segundo para el Ciclón sobre el final de la etapa inicial: Matías Tagliamonte envió al córner un cabezazo suyo que pedía gol.
En el segundo tiempo, una jugada le solucionó la tarde a San Lorenzo. El uruguayo Alemán, un creativo, se fue a las duchas antes de tiempo por un codazo a Federico Giay. El ex Gimnasia y Banfield protestó y protestó, pero el VAR no llamó al árbitro Fernando Echenique (reemplazante del desgarrado Nicolás Ramírez) y la sanción disciplinaria se mantuvo. En los minutos siguientes, y con uno menos, Tigre fue más. Perdido por perdido, fue al ataque. Tuvo una jugada en los pies de Juan Cruz Esquivel, uno de los cuatro cambios que ensayó Gorosito para cambiarle la cara a su equipo.
El gol de Adam Bareiro para San Lorenzo
San Lorenzo aceleró a fondo. A punto estuvo de encontrar el gol de la tranquilidad un par de minutos más tarde. El Nuevo Gasómetro festejó otra conquista de Bareiro –cuándo no-, pero el VAR trazó las líneas y les ahogó el grito a los hinchas azulgranas. El local sabía que ante un rival diezmado cada ataque podía ser sinónimo de gol. Pero también era consciente de sus limitaciones: a contramano de lo que supo ser, este San Lorenzo deja espacios enormes a espaldas de sus mediocampistas centrales. Y Tigre, entonces, lo intentó. Al menos, para ya no ser el único equipo sin goles en la Copa de la Liga.
El local comenzó entonces una fase de control de pelota. Una calesita eterna: lateralizar el balón, de una punta a la otra mientras el rival esperaba con un hombre menos, que fueron dos por la doble amarilla de Facundo Giacopuzzi. Aunque Tigre ni siquiera lo presionaba en la salida, San Lorenzo eligió los pases cortos, muchas veces para atrás. El hincha, que quiere espectáculo, se fastidió. Con el reloj como aliado, el Ciclón se aferró al gol de Bareiro para certificar la victoria. La necesitaba, aunque fuera por medio a cero. Sobre el final, el colombiano Herazo anotó el segundo gol del local con un cabezazo inatajable para Tagliamonte. La platea del Nuevo Gasómetro explotó y el delantero cafetero se ganó sus primeros aplausos. El triunfo, balsámico, necesario; merecido, hacía rato que no estaba en discusión. Y en el Bajo Flores atronó: “El domingo, cueste lo que cueste… el domingo tenemos que ganar”. Pasó Tigre, que sigue en cero. Se viene Huracán.
El Ciclón se impuso por 2-0 en el Nuevo Gasómetro con goles importados: uno de Bareiro y otro de HerazoLA NACION