Vericuetos del avance de la ley de desconexión
En la última semana un nuevo país se sumó al -por ahora- pequeño grupo de naciones en convertir en ley el derecho a la desconexión, que busca que los empleados no estén obligados a contestar mensajes de sus empleadores fuera del horario laboral ni que puedan ser castigados de algún modo por no hacerlo. A España, Francia, Italia e Irlanda, el último 8 de febrero se le sumó Australia. También Portugal y Bélgica tienen reglamentaciones similares, pero no todas protegen al empleado del mismo modo. La letra chica, o mejor dicho, las palabras que se usan y cómo se usan, abren a un mar de subjetividades no tan fáciles de ponderar. Por ejemplo, la ley australiana dice que el empleado puede “negarse a monitorear, leer o responder al contacto o intento de contacto, de un empleador fuera del horario laboral del empleado a menos que la negativa no sea razonable” y no se refiere en ningún momento al accionar del empleador y el envío de esos mensajes. Me dio muchas dudas el uso de la palabra “razonable”. ¿Qué es razonable? En este caso los factores que se toman en cuenta para determinar si un contacto es razonable incluyen: el motivo del contacto; la frecuencia del contacto; cómo se contacta a los trabajadores; la naturaleza de la descripción de su trabajo; si están siendo compensados o no; y la naturaleza de sus responsabilidades familiares. En todos estos factores pueden encontrarse razones que justifiquen o no los contactos y que pueden ser valorados de manera muy distinta dependiendo del lado del que nos encontremos del contrato laboral.
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Lo que la ley está regulando es que el empleador no pueda castigar al trabajador que se desconecta fuera del horario laboral. Ahora bien, lo que hace en su esfera subjetiva es casi imposible de regular. “Lo importante con este tipo de leyes, es que tengan algún tipo de control posterior, porque en la esfera de privacidad que se da entre el trabajador y el empleador, puede quedar en letra muerta de la ley. Por ejemplo, si el empleado se siente en el compromiso de atenderlo, porque si no lo hace no recibe aumento de sueldo o una promoción. O, en cambio, si hay beneficios implícitos para aquellos trabajadores que están conectados las 24 horas. Acompañarlas de supervisión posterior y que el trabajador pueda denunciar el incumplimiento de esta ley de manera anónima permite que esta sea efectiva y aplicable a la práctica”, describe la abogada y divulgadora Cecilia Danesi, especialista en tecnología y ética.
El avance de estas leyes se da en un contexto en el que el descontento global con el trabajo avanza sin pausa. Según la última encuesta global de Gallup sobre felicidad, una de las principales causas del aumento de la infelicidad global se da por el creciente estrés y ansiedad laboral. La regulación incipiente de la desconexión y la protección del tiempo libre de los trabajadores, es solo uno de asuntos a regular para atender las nuevas necesidades de equilibro de esta era laboral.
El avance de este tipo de legislación se da en un contexto en el que el descontento global con el trabajo avanza sin pausaLA NACION