“¿Un cortado?”: una de las principales costumbres argentinas se convierte en un pequeño lujo
Los dedos pulgar e índice emulando una taza al aire. La traducción de esa imagen es inmediata, sobre todo, si se está sentado en la mesa de un bar: “Un cortado, por favor”. ¿Se convertirá ahora en un pequeño lujo? La costumbre argentina de tomarse un café con amigos, familiares y colegas del trabajo será hasta un 20% más cara en los próximos meses.
La Argentina es un péndulo: en un año se pasó de ser uno de los lugares con café más barato del mundo, a que tomar uno en el microcentro cueste –en promedio- lo mismo que en Madrid, Roma o Lisboa, aunque por debajo de Washington, París o Londres, si consideramos un expreso, que en Buenos Aires pasó US$1,6 a comienzos de año a unos US$2,6 actualmente.
El salto que se prevé para el futuro cercano no tiene que ver con lo que pasa en la Argentina. De hecho, por estos días, la fenomenal escalada del valor del café es noticia en cadenas como la BBC o en Bloomberg. Por razones climáticas en los países que producen y una demanda global que crece sin cesar, el precio internacional del café –que cotiza en diferentes bolsas- se disparó: llegó hace 48 horas a un valor tan elevado como su último récord, marcado en 1977.
El café en la Argentina es 100% importado. En el país no se produce (salvo una pequeña parcela en Salta). La gran mayoría viene del exterior. Ese insumo es el 60% del producto que llega a las góndolas o a los bares.
La devaluación de diciembre de 2023 tuvo un primer impacto en los valores que pagan los consumidores argentinos por tomar una taza de café. Con datos de precios promedio del Indec, si se releva desde noviembre de 2023, antes de la depreciación del peso, más que se triplicó su valor. El salto por la depreciación del peso fue de 234% del café molido de 500 gramos. El sector venía además de congelamientos de precios y problemas para importar en 2023.
En el año, sin embargo, el acumulado no supera el 40% (39,6%), muy por debajo del nivel general de los precios, que subieron –según el IPC- un 112% hasta noviembre pasado. La recesión evitó un traslado mayor.
Los precios internacionales
Durante todo el año, la presión para subir precios -pese a una economía que aún no rebota homogéneamente y con ingresos de los consumidores recién en recuperación- vino desde el exterior. Hay dos grandes variedades de café que se imponen en el mercado: la robusta y la arábica. El precio de la primera, que cotiza en Londres, mostró un alza en el año de 118%; la segunda, cuyo precio se define en Nueva York, saltó un 80% en el mismo período. ¿Las causas? Brasil, que es el mayor productor del mundo, enfrentó una fuerte reducción de su producción por sequías y temperaturas extremas, incluso durante el invierno. La cosecha 2025-2026 prevé una merma considerable de su producción.
Vietnam, el mayor productor de robusta, también por sequías, mostró una caída de exportaciones. “La situación empeoró con las sequías y tifones que afectaron la cosecha actual, generando una expectativa de menor oferta para los próximos meses”, afirmó Belén Cuadra, presidente de la Cámara Argentina del Café, que agregó que la demanda sigue subiendo.
En el sector estiman que, en los próximos cinco meses y de manera escalonada, el aumento total de precios en el país será del 20%. “Algo [de esta suba internacional] se va a trasladar al consumidor porque es insostenible”, dijo a LA NACION Cuadra. “Debería ser inminente”, agregó y estimó que los precios globales se mantendrían firmes en esa tendencia.
“Se van a venir aumentos, aunque [parte de los costos de los insumos] los van a absorber las empresas debido a la realidad del mercado”, aseguró a este medio Martín Cabrales, el principal referente del mundo del café en la industria local. “Es una suba que no tiene nada que ver con lo que pasa en la Argentina, como lo que ocurre con el cacao”, ejemplificó.
“El cambio climático está poniendo bajo presión las áreas de cultivo de café y eso impacta en el precio, como materia prima, que viene aumentando en el último tiempo”, afirmó Sol Fernández Ballart, directora del negocio de café y Nescafé Dolce Gusto en Nestlé Argentina. “Es un aumento exponencial e histórico. Esto afecta a directamente a nuestro negocio. Como líderes de la categoría, seguimos esta evolución de cerca (…). En cuanto al precio, nuestro foco está puesto en el consumidor, buscamos acercarle diferentes alternativas y formatos, siempre con el precio más conveniente posible”, dijo.
En una empresa del mismo segmento aseguraron, en off the record, que “va a haber aumentos”. Dijeron, además, que si bien el Gobierno bajó aranceles para el negocio de café en cápsulas –de 35% a 30%- eso pegó poco en precios. Actualmente, una caja de diez unidades de la marca líder de ese negocio ronda los $17.000.
Qué pasa en la calle
Un relevamiento pequeño de este diario -acotado a muy pocas zonas de la Ciudad- muestra que un expreso cuesta en Import Café de Tucumán y Paraná unos $2600, y un americano, $3000. En Amor a Roma, cerca de Tribunales, el expreso está $2700. En el Havanna, cerca del registro civil de Uruguay, lo están cobrando $3000 para llevar. En jarrito, en otro bar de Recoleta, se cobra a $3100, casi como en Montevideo (Uruguay) o Santiago (Chile); en un Starbucks de Vicente López –un expreso lungo- cuesta $3900. En Los Inmortales de Plaza Vicente Lopez –con algunos de los mejores mozos del mercado gastronómico- un pocillo de café se puede conseguir barato: cuesta $2200. Un americano, $2400.
En Rondó Cafe, un café de especialidades en Uruguay y Marcelo T. de Alvear en plena Recoleta, el expreso sale $3200. En diciembre de 2023 costaba $1800, según cuenta su dueño, Juan Larrondo, a LA NACION.
“El precio del café se llegó hasta a triplicar si comparamos el interanual de diciembre 2023 hasta hoy, pero nosotros no pudimos llevar ese salto directo al café y menos al expreso, que siempre tratamos que sea el caballito de batalla o el café que pueda marcar un piso”, contó Larrondo. “Las ventas del año fueron variando mes a mes. Empezamos un año muy complicado, con ventas muy bajas; el público estaba muy asustado, se retrajo mucho a principio de año. Después se fue soltando un poquito y fuimos notando más presencia en las cafeterías, con mesas más ocupadas, con la entrada de mayor cantidad de público, clientes y amigos”, dijo Larrondo, que aclaró que, por estacionalidad, en el verano cae el consumo.
“La Argentina, con relación a otros países, está teniendo un problema, el dólar caro. Los precios hoy del café se acomodaron y pasamos de ser uno de los cafés al consumidor en taza más barato de la región y del mundo a tener precios casi comparables con las principales ciudades capitales de Europa, de Estados Unidos o también de Oriente”, explicó el empresario. “Esta valorización del dólar hace que la Argentina, el expreso o los principales cafés con leche, como son el flat white o el capuccino, estén casi al mismo precio que en Nueva York, Londres o Milán”, agregó. El turista se sorprende, dijo.
Sin embargo, el empresario -como todo emprendedor argentino- es optimista pensando en el futuro. Pese al golpe de comienzos de año y los aumentos que aún no terminaron, pudo mantener la salud de su negocio y espera que el año que viene el consumo mejore. Quiere que ese ritual tan argentino de gestos con los dedos en las mesas se multiplique.
Por una fuerte suba en los valores internacionales, se espera que el café suba un 20% en los próximos cinco mesesLA NACION