“Si se solidifica el movimiento desregulador habrá más inversión”
CÓRDOBA.- “La Argentina es muy corporativa y extremadamente cerrada, especialmente en materia de importaciones. Está empatada entre sectores globales y los que se manejan con proteccionismo. En esa línea “la agenda de la Unión Industrial Argentina (UIA) siempre fue más defensiva que fue propositiva”, dice el economista Dante Sica. “En ese sentido hay una gran oportunidad porque los sectores como agrobusiness, minería, hidrocarburos y la economía basada en conocimiento son globales. Hay un cambio en el balance; ahora son más los sectores globales, que requieren de un mercado global. Hay un cambio de ciclo”.
Sica es director de la consultora Abeceb, que asesora a empresas e instituciones nacionales e internacionales en temas de gestión empresaria, análisis económico y políticas públicas. Fue ministro de Producción en el gobierno de Mauricio Macri y secretario de Industria, Comercio y Minería durante la presidencia de Eduardo Duhalde en 2002. Es licenciado en Economía y contador público de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Está especializado en el análisis de los sectores industriales, dentro de lo que destaca su experiencia en el diseño, evaluación y ejecución de políticas públicas para el desarrollo productivo. Fue asesor de la Federación de Industriales de San Pablo (FIESP) y de diversas empresas multinacionales brasileñas con intereses en la Argentina.
Plantea que el clima para el acuerdo Mercosur-Unión Europea se “enrareció” y asegura que, en el bloque latinoamericano llegó el momento de tomar definiciones más fuertes. “Tenemos la idea de que queremos que siga el Mercosur, es un buen instrumento para la integración pero flaqueó en temas económicos. Gran parte de la responsabilidad es de Brasil dueño del gran mercado; durante 20 años nos cerramos confiando en que traccionaría y no resultó”.
-¿Las medidas tomadas por el Gobierno hasta ahora, cuánto cambian la posición internacional de la Argentina?
-Las señales que está dando el Gobierno con las medidas, con lo incluido en el DNU o en la ley ómnibus apuntan a que hay un cambio de rumbo. Ajuste fiscal, mejora de precios relativos, volver a insertar al país en el mundo, desregular para captar inversiones. Son todos factores que se interpretan como que hay una decisión de cambiar el rumbo. Pero el mundo no hace más pay per view con la Argentina.
-¿No hay más “brotes verdes” ni “lluvia de inversiones”?
-La última experiencia de pay per view fue con Macri. Ahora hay que esperar un poco. Hay un cambio en el mundo también; a diferencia de otras oportunidades en la Argentina hay más de un sector que ha dado un salto de competitividad: más allá del agro, la minería de cobre y litio que son claves para la movilidad, están los hidrocarburos y la economía del conocimiento (que tiene un requerimiento de inversiones más bajo pero sí necesita del soporte de tecnología). Son tres sectores que están en línea para captar inversiones; el mundo está atento, la demanda cambió. Este año lo que vamos a ver es si se convalida el programa. Se va a movilizar el capital de los que ya están, probablemente van a invertir más; son los que vinieron bancando lo anterior. A partir del 2025, si el programa está consolidado, con el respaldo que necesita, si se solidifica el espíritu desregulador, habrá más movimiento inversor.
-¿Los tres sectores que mencionó requieren de inversiones internacionales para dinamizarse?
-Cuando me refiero a los que ya están, incluyo a los extranjeros que acumulan utilidades no repatriadas; pueden conseguir autorización para una mayor inversión que les de más competitividad. Por ejemplo, Enel está revisando la decisión que tomó hace un año; PanAmerican y Tecpetrol, que ya están instaladas en Vaca Muerta y operando, pueden capturar más financiamiento e invertir más que en 2023. Muchos están viendo la posición estratégica de la Argentina en esos recursos; algunas grandes tomarán una resolución en un tiempo. El país necesita muchísima infraestructura y el cambio de sistema anunciado llevará tiempo. Este año será, seguramente, de preparación de marcos regulatorios, de preparación de concesiones; tal vez se dinamicen algunas que venían con contratos vencidos. En el 2025 será más acelerado en la medida en que se encarrile todo.
-¿Cuánto impacta todo eso en la competitividad?
-Si se mira el DNU y la ley, en algunos sectores habrá un impacto inmediato. Por ejemplo, ya funciona la desregularon alquileres, también el comercio y las empresas de aviación de low cost traen más aviones. En otros sectores son mejoras de competitividad de mediano plazo, una mejora en términos relativos. Los cambios en la ley laboral podrían afectar a los servicios, al comercio, al turismo, que serán muy beneficiados.
-Con las protestas de los sectores del agro en Europa, ¿se cae el acuerdo Mercosur-Unión Europea?
-Se enrareció el clima. Hay que reprocharle a la pésima gestión de Alberto Fernández; perdimos cuatro años, un tiempo en el que se podría haber cerrado el acuerdo. Ahora está la posición Francia en especial, pero se expandió, se hizo más dificultoso. Cuando se logró conciliar entre los cuatro países del Mercosur se demoró. Primero Lula hablaba en contra y cuando se dio cuenta, volvieron las dilaciones. No sé si está caído, pero el clima está enrarecido.
-¿El Mercosur sí está caído?
-El Mercosur necesita una aceleración de su proceso de integración. Ahora, de nuevo, trabaja desalineado. Lula quiere revivir sus medidas anteriores; aprobó un subsidio automotriz, quiere re industrializar el país y eso no va en línea con lo que están haciendo Uruguay, Paraguay y la Argentina. Necesitamos tener una rápida salida para bajar aranceles, no para las commodities, pero sí para productos con los que competimos con amigos, como Chile o Perú. Estamos en desventaja. Brasil vuelve a la política cuestionada de subsidios, apoyándose en su mercado interno.
-¿Cómo se sale de esta situación?
-Hay que tomar definiciones más fuertes. Tenemos la idea de que queremos que siga el Mercosur, es un buen instrumento para la integración pero flaqueó en temas económicos. Gran parte de la responsabilidad es de Brasil dueño del gran mercado; durante 20 años nos cerramos confiando en que traccionaría y no resultó. No ganamos en productividad, jugamos a políticas de subsidios y eso hizo que se desvíen inversiones. Pasó con industria automotriz; Brasil tiene capacidad para producir 6 millones de unidades y este año llegará 2,5 o 3 millones. Es un mercado poco permeable, hay problemas de acceso. Necesitamos una agenda más clara, más movilidad de productos, fuertes negociaciones internacionales. Hay que poner blanco sobre negro en la agenda.
-Sin el Mercosur, la Argentina seguirá perdiendo la oportunidad de hacer acuerdos comerciales.
-Chile tiene acuerdos con 80% del PBI mundial; eso le dio una mejora de competitividad y crecimiento; es una estrategia que lleva 30 años. No tenemos ese dinamismo. Para tener acuerdos es necesario que el Mercosur busque más flexibilidad, que cambie normas de votación, de consenso. Claro que eso es empezar un camino nuevo, cuando tenemos una marca. Habría que poner una agenda más moderna, más dinámica y, si no está, dar libertad a los miembros para poder hacer los acuerdos. Entonces abandonaremos la idea de unión aduanera y seremos una zona de libre comercio. Hay que decidirlo, porque sino no somos ni una cosa ni la otra, no tenemos los beneficios de ninguna de las dos.
-¿Es optimista de que se logre esa agenda?
-Soy optimista en llevar la conversación adelante. No podemos seguir jugando a afinidades ideológicas, no nos aliamos por afinidad. Hay que tener en claro nuestros intereses, la competencia, los mercados. Hay que discutir de manera madura. Brasil marcó la agenda de los últimos 20 años. Hay que empezar con una más proactiva.
-La Argentina se manejó por afinidades ideológicas en los últimos años…
– El kirchnerismo tuvo una política totalmente errónea; estuvo del lado de los chicos malos. Tenemos, como país, una tradición, valores democráticos, republicanos. Hay que apostar a ese grupo pero eso no implica que podamos tener negocios con todo el mundo. Asia es un gran demandante de alimentos, tenemos que tener una estrategia más activa de inserción. Nos perdemos exportar más vino a China por falta de un acuerdo comercial; Chile entra sin aranceles. Los acuerdos son grandes proveedores de reglas; eso es el acuerdo con la UE. Los inversores miran eso. Hay que tener en claro qué se busca en cada lado; en términos políticos, hay que definir con quién aliarse, pero hacerlo con el ‘nuevo occidente’ no significa no comerciar con China.
-Ahora se habla mucho de apertura de la economía, como ministro ¿sufrió los reclamos de proteccionismo?
-La Argentina es muy corporativa y extremadamente cerrada, especialmente en materia de importaciones. Está empatada entre sectores globales y los que se manejan con proteccionismo. En esa línea la agenda de la Unión Industrial Argentina (UIA) siempre fue más defensiva que propositiva. En ese sentido hay una gran oportunidad porque los sectores como agrobusiness, minería, hidrocarburos y la economía basada en conocimiento son globales. Hay un cambio en el balance; ahora son más los sectores globales, que requieren de un mercado global. Hay un cambio de ciclo.
El economista y exministro entiende que se quebró la paridad con el reclamo de proteccionismo. Admite que se “enrareció” el clima para el acuerdo Mercosur-Unión EuropeaLA NACION