Sebastián Piñera, una centroderecha con conciencia social
La muerte del expresidente chileno Sebastián Piñera, a los 74 años, conmovió a su país y a la región. El helicóptero que lo trasladaba cayó, este martes, en medio del lago Ranco, al que conocía muy bien porque allí tenía una propiedad.
En su vida pública, se destacó como economista y como empresario. Pero su máximo aporte lo hizo como político: fue presidente por dos períodos, de 2010 a 2014 y de 2018 a 2022.
Piñera por la centroderecha y Michelle Bachelet por la centroizquierda son los dos únicos presidentes que desde el retorno de la democracia, en 1990, han logrado dos mandatos en Chile.
Por esas simbologías que suele regalar la política cuando pierde inercia y se estanca, se sucedieron mutuamente: Bachelet le entregó la banda presidencial a Piñera, que de inmediato se la devolvió a Bachelet, que se la entregó una vez más a Piñera.
Ya vendrán, con el correr de los días, los análisis sobre su legado, sus logros y sus traspiés. Pero, sin duda, su primer mandato será popularmente recordado por el dramático terremoto del 27 de febrero de 2010, cuyas réplicas se sucedieron al menos hasta el día de su asunción, el 11 de marzo, cuya ceremonia fue interrumpida más de una vez por un sismo; y por el emotivo rescate de los 33 mineros de la mina San José, que estuvieron atrapados durante unas 10 semanas y fue transmitido por televisión.
Era la primera vez que la centroderecha llegaba al gobierno, después de cuatro presidencias de la centroizquierda. La economía le respondió favorablemente: Chile creció a un ritmo del 5% anual y la inflación se ubicó en torno al 2,4% anual. Con todo, una amplia serie de protestas sociales jalonaron su gestión: las hubo regionales, como las de la región de Magallanes, por la cuestión del gas; y las hubo nacionales, por la cuestión educativa.
Agenda social propia
Piñera intentó responder con su propia agenda social: creó un ingreso ético familiar, extendió a seis meses la licencia por nacimiento de un hijo por compartir entre la madre y el padre y envió al Congreso un proyecto a favor del “acuerdo de vida en pareja”, que abrió la posibilidad del reconocimiento de las uniones homosexuales.
No alcanzó para que la centroderecha pudiera acceder a un segundo mandato consecutivo. Pero, además, la coalición se desgastó a sí misma en una compleja y relativamente irrisoria búsqueda de un liderazgo alternativo, de modo que, a poco de iniciado el segundo mandato de Bachelet, ya había quedado claro que Piñera intentaría volver a La Moneda.
Lo consiguió en 2018, si se quiere, gracias a que la centroizquierda fue el sector que entonces se extravió en su propio laberinto. En este caso, el recuerdo popular seguramente girará alrededor de la pandemia y del “estallido social” de octubre de 2019, que puso en riesgo la continuidad de su gobierno. No fueron pocos los analistas que creyeron que las protestas sociales sólo finalizarían con su renuncia anticipada.
El problema de la gobernabilidad
Acaso porque estimaron como probable esa hipótesis, casi todos los partidos políticos aceptaron blindar la gobernabilidad con un pacto que abrió el camino a una reforma constitucional (que finalmente se vio truncada por la voluntad popular, tras dos intentos, el año pasado).
Casualmente, en 2017, al analizar la victoria de Piñera en el balotaje, desde este diario advertimos que, si tenía relativo éxito en su gestión, la centroderecha, ahora sí, se aseguraría más de un mandato porque el desgaste y la división de la centroizquierda incluían un relato que había puesto en duda los logros que habían tenido sus primeros cuatro gobiernos, de modo que el legado de la Concertación había quedado en manos de Piñera.
Entonces, si fracasaba, Chile debería sortear por primera vez una crisis de gobernabilidad similar a las de varios países vecinos. Lamentablemente, ocurrió lo segundo.
La muerte de Piñera acontece cuando Chile comenzaba a preguntarse quiénes serán los candidatos para suceder a Gabriel Boric. Una vez más, por la centroderecha sonaba su nombre, ya que aparecía casi al tope de las encuestas, así como para la centroizquierda ha vuelto a hablarse de Bachelet.
En consecuencia, su trágica e inesperada muerte podría sumir a su sector en una nueva crisis de liderazgo.
La muerte del expresidente chileno Sebastián Piñera, a los 74 años, conmovió a su país y a la región. El helicóptero que lo trasladaba cayó, este martes, en medio del lago Ranco, al que conocía muy bien porque allí tenía una propiedad.En su vida pública, se destacó como economista y como empresario. Pero su máximo aporte lo hizo como político: fue presidente por dos períodos, de 2010 a 2014 y de 2018 a 2022.Piñera por la centroderecha y Michelle Bachelet por la centroizquierda son los dos únicos presidentes que desde el retorno de la democracia, en 1990, han logrado dos mandatos en Chile.Por esas simbologías que suele regalar la política cuando pierde inercia y se estanca, se sucedieron mutuamente: Bachelet le entregó la banda presidencial a Piñera, que de inmediato se la devolvió a Bachelet, que se la entregó una vez más a Piñera.Ya vendrán, con el correr de los días, los análisis sobre su legado, sus logros y sus traspiés. Pero, sin duda, su primer mandato será popularmente recordado por el dramático terremoto del 27 de febrero de 2010, cuyas réplicas se sucedieron al menos hasta el día de su asunción, el 11 de marzo, cuya ceremonia fue interrumpida más de una vez por un sismo; y por el emotivo rescate de los 33 mineros de la mina San José, que estuvieron atrapados durante unas 10 semanas y fue transmitido por televisión.Era la primera vez que la centroderecha llegaba al gobierno, después de cuatro presidencias de la centroizquierda. La economía le respondió favorablemente: Chile creció a un ritmo del 5% anual y la inflación se ubicó en torno al 2,4% anual. Con todo, una amplia serie de protestas sociales jalonaron su gestión: las hubo regionales, como las de la región de Magallanes, por la cuestión del gas; y las hubo nacionales, por la cuestión educativa.Agenda social propiaPiñera intentó responder con su propia agenda social: creó un ingreso ético familiar, extendió a seis meses la licencia por nacimiento de un hijo por compartir entre la madre y el padre y envió al Congreso un proyecto a favor del “acuerdo de vida en pareja”, que abrió la posibilidad del reconocimiento de las uniones homosexuales.No alcanzó para que la centroderecha pudiera acceder a un segundo mandato consecutivo. Pero, además, la coalición se desgastó a sí misma en una compleja y relativamente irrisoria búsqueda de un liderazgo alternativo, de modo que, a poco de iniciado el segundo mandato de Bachelet, ya había quedado claro que Piñera intentaría volver a La Moneda.Lo consiguió en 2018, si se quiere, gracias a que la centroizquierda fue el sector que entonces se extravió en su propio laberinto. En este caso, el recuerdo popular seguramente girará alrededor de la pandemia y del “estallido social” de octubre de 2019, que puso en riesgo la continuidad de su gobierno. No fueron pocos los analistas que creyeron que las protestas sociales sólo finalizarían con su renuncia anticipada.El problema de la gobernabilidadAcaso porque estimaron como probable esa hipótesis, casi todos los partidos políticos aceptaron blindar la gobernabilidad con un pacto que abrió el camino a una reforma constitucional (que finalmente se vio truncada por la voluntad popular, tras dos intentos, el año pasado).Casualmente, en 2017, al analizar la victoria de Piñera en el balotaje, desde este diario advertimos que, si tenía relativo éxito en su gestión, la centroderecha, ahora sí, se aseguraría más de un mandato porque el desgaste y la división de la centroizquierda incluían un relato que había puesto en duda los logros que habían tenido sus primeros cuatro gobiernos, de modo que el legado de la Concertación había quedado en manos de Piñera.Entonces, si fracasaba, Chile debería sortear por primera vez una crisis de gobernabilidad similar a las de varios países vecinos. Lamentablemente, ocurrió lo segundo.La muerte de Piñera acontece cuando Chile comenzaba a preguntarse quiénes serán los candidatos para suceder a Gabriel Boric. Una vez más, por la centroderecha sonaba su nombre, ya que aparecía casi al tope de las encuestas, así como para la centroizquierda ha vuelto a hablarse de Bachelet.En consecuencia, su trágica e inesperada muerte podría sumir a su sector en una nueva crisis de liderazgo.La Voz