“No me queda otra”: demoras, falta de acceso a especialistas y a estudios, causas del éxodo de pacientes de la provincia
“La guardia está colapsada”, le anticipa la médica encargada de admisión en el Hospital Santojanni, en el barrio porteño de Liniers, a cada persona que se acerca a la ventanilla. Al lado de su cara, un cartel pegado en el vidrio dice en mayúsculas: “Demora en Traumatología de 3 horas”. Una chica le explica que tiene unos puntos rojos en las piernas que no son picaduras y quisiera que la revisen. “Hay una demora de tres horas”, le aclara la profesional. Su madre insiste: “Pasa que pareciera ser un tema circulatorio, no son picaduras”. La ingresan y se suman a las cerca de 20 personas ya sentadas en la sala de espera.
Después viene un hombre que ronda los 70 años. “Necesitaría que me revisen una placa de tórax”, le dice a la médica. Ella le explica que la guardia está colapsada y él responde: “Es un segundo, la mira y me dice. Me duele mucho la espalda y recién me la hicieron; si no, me tengo que ir hasta Aldo Bonzi, tomarme dos colectivos, y no sé cuándo me van a atender”.
Como él, la mayoría de los pacientes entrevistados por LA NACION revelan haber viajado desde el conurbano para recibir los servicios médicos a los que no logran acceder en sus distritos, donde –dicen– las demoras son aún mayores, no disponen de estudios y faltan especialistas.
A unos 17 kilómetros de allí, la escena es similar. “Se llega a morir acá adentro, vamos a ver”, dice una mujer hacia la puerta que separa la guardia del Hospital Argerich, en el barrio de La Boca, y se acaba de cerrar. Guadalupe viene de Glew, partido de Almirante Brown, y está reclamando para que atiendan a su padre de 63 años, que permanece doblado sobre sí mismo en una de las sillas, con los ojos cerrados hace dos horas.
“En el Hospital Oñativia hay por lo menos tres horas de demora y la clínica Modelo Burzaco es la muerte. Llegan así con el estado de él, y los dejan horas y horas. No me queda otra. Acá por lo menos lo revisan, la otra vez le pusieron suero”, dice Guadalupe, y agrega: “Los hospitales cambian la cara, pero adentro es lo mismo. Si tuvieran mejor atención no vendríamos acá”. A las 13, son unas 10 personas las que hacen fila para ser admitidos. Se suman a otras 20 que ya fueron ingresadas, pero aguardan sentadas a ser atendidas.
Fue en este mismo pasillo donde hace unos días un médico cirujano, escoltado por personal de seguridad, tuvo que contener a familiares y pacientes que exigían ser atendidos. El video que se viralizó, donde al menos seis personas amenazan finalmente con “quemar todo” si tienen que seguir esperando, resume en tres minutos las condiciones en las que a diario trabaja el personal de salud, no solo en la ciudad de Buenos Aires.
A la pregunta “¿Usted de dónde viene?” que hace el médico en medio de la discusión, las seis personas que reclaman atención responden La Plata, Florencio Varela, Aldo Bonzi (La Matanza), Avellaneda, Alpargatas y Zapiola. “Ninguno viene de La Boca –replica el profesional–. Tengo una capacidad de recursos para gente de la Capital Federal, especialmente del barrio de La Boca. Ahora, atiendo a todo el mundo que puedo atender y estoy sobrepasado”.
Un proyecto de ley que había ingresado a la Legislatura porteña en 2022 –y finalmente no prosperó– proponía el recupero interjurisdiccional por servicios de salud y educación brindados a residentes de otros distritos dentro del sistema público de la ciudad. En los fundamentos de esa iniciativa, estadísticas locales daban cuenta de que un 40% de las consultas anuales en los hospitales eran de bonaerenses. En algunos centros de salud porteños, la demanda puede ser aún más alta.
Hoy, fuentes del Ministerio de Salud de la ciudad estimaron que habitualmente en el sistema público de salud se atienden un 60% de vecinos porteños y un 40% de personas de otras localidades, pero no precisaron la cantidad de bonaerenses. Según cuentan los médicos, a la alta demanda de bonaerenses en las guardias de los hospitales porteños por falta de servicios más cerca de sus casas se suman aquellos que ya no pueden pagar su obra social, como así también quienes deben pagar un copago para ser atendidos por guardia. En el Santojanni mencionaron también gran presencia de extranjeros de países limítrofes.
Son los hospitales más cercanos a los límites geográficos de la Capital como el Santojanni, el Piñero (en Flores) o el Zubizarreta (en Devoto) aquellos con mayor demanda y también los de mayor magnitud, como el Fernández o el Rivadavia. Tal como viene publicando LA NACION, hace tiempo que los centros sanitarios en la provincia de Buenos Aires limitan la oferta de atención, sobre todo las guardias, por falta de médicos, camas y hasta la inseguridad. Esa demanda insatisfecha recae en las guardias de hospitales bonaerenses que sostienen la atención y de los hospitales porteños.
La visión de Kreplak
“Los hospitales en la provincia están trabajando a full. Y hacen falta más”, sostuvo Nicolás Kreplak, ministro de Salud bonaerense, en diálogo con LA NACION a propósito de la demanda de servicios de residentes de la provincia en centros de salud porteños. “Es histórico”, agregó, y lo atribuyó a varios factores.
“Están quienes toda la vida se atendieron en un hospital y, además, es cierto que los medios de transporte son centrípetos: a veces, hay localidades en la provincia en las que el tren o el colectivo tienen un trayecto que hace más cómodo ir a la Capital que atravesar el mismo distrito para llegar al centro de salud local”, describió el funcionario. “También hay tres millones de bonaerenses que ingresan a diario a la ciudad a trabajar, y muchos se atienden antes o después del trabajo”, continuó. “Hay más oferta [de atención] en la ciudad y tienen más hospitales [que la provincia] por población”, terminó por enumerar al describir una disparidad económica entre ambos distritos que adjudicó a “la diferencia en la coparticipación”. Repasó que también residentes porteños se atienden en la provincia, incluidas cirugías en centros de alta complejidad, como trasplantes.
Kreplak mencionó que el 90% de las consultas en los hospitales interzonales son por motivos que se podrían haber resuelto en los centros en los barrios, del primer nivel de atención. “La mayoría de las consultas que se hacen en la guardia de un hospital se tendrían que hacer en los centros de salud”, dijo en alusión a lo que mostró el video del médico de guardia del Hospital Argerich que se viralizó en los últimos días.
“Están todas las guardias en la provincia con mucho trabajo, a pesar de haber incorporado trabajadores al sistema de salud”, afirmó. Estimó esas incorporaciones en más de 30.000, incluidos unos 9000 profesionales que pasaron a ser planta permanente y unos 7000 cargos de jefatura designados.
Sobre qué debilidades tiene el sistema de salud en el distrito, donde conviven centros municipales, nacionales y provinciales, mencionó hacia el interior bonaerense la necesidad de una mayor coordinación dentro del sistema y profesionales en especialidades. En el conurbano, en zonas más densamente pobladas, mencionó hospitales, centros de salud y más trabajo en red. “Falta aún la integración de los sistemas nacional, municipal, provincial y privado”, agregó.
Beatriz Franco, de 63 años, vino desde González Catán (La Matanza) a las 5 de la mañana para pedir un turno para cardiología en el Hospital Argerich. Necesita que a su marido le hagan un electrocardiograma. “Tiene cálculos aparentemente y lo tienen que operar. Empiezan a atender a las 7, pero no hay más”, cuenta. Es por eso que terminó en la guardia. “Siempre tenemos que buscar acá. Lo más cerca que tenemos nosotros es el Hospital René Favaloro, sobre la ruta 1001. No hay casi nada. No te pueden hacer un electro, no te pueden hacer una tomografía”.
La situación se replica en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde, en Barracas, donde están derivando algunos niños a hospitales generales porque no hay más lugar. Son casi las 16 y Karen aguarda desde las 10 con su marido y sus tres hijos: Uma, de 10; Guadalupe, de 7, y Benjamín, de 4. Viven en Florencio Varela. “En el Hospital Mi Pueblo no hay pediatra hace casi un año”, revela.
Sharon también vive allí. Llegó al Elizalde para que revisen a su hija de 3 años después de tomarse un colectivo y un tren. “Siempre la traigo acá porque es muy buena la atención. El hospital materno de Varela no tiene guardia y te derivan al de Solano. La semana pasada fui a las 12 y me atendieron a las 17. Son un desastre, hay muy pocas personas”, dice.
Con la colaboración de Fabiola Czubaj
Residentes en el conurbano afirman que en sus distritos no disponen de los servicios necesarios y que las esperas para recibir atención son aún mayores que en la ciudad, donde el sistema se resienteLA NACION