noviembre 8, 2024

Motochorros al acecho

El número de motos que circulan por la ciudad ha ido creciendo a lo largo de los últimos años. A similar ritmo, lamentablemente, han crecido también los ataques perpetrados por motochorros, muchos de ellos menores de edad. En 2023, la inseguridad ocupó el segundo lugar (38%) entre las preocupaciones de los argentinos, detrás de la inflación (55%), según un sondeo de la Universidad de San Andrés.

La ONG Defendamos Buenos Aires difundió un informe sobre delitos, inseguridad y violencia en la ciudad de Buenos Aires y en el AMBA a partir de datos en poder de la Justicia Nacional de Instrucción con jurisdicción en Capital Federal, más lo reportado por tribunales de Lomas de Zamora, Quilmes, San Isidro, Morón, Moreno, La Matanza y San Martín.

En 2023, el número de robos a manos de motochorros trepó a 14.100, esto sin contabilizar todos aquellos hechos que no fueron denunciados en la Justicia, es decir, la cifra negra del delito, que impulsaría enormemente las estadísticas hacia arriba si quienes los padecen los dieran a conocer a las autoridades pertinentes. La estadística da cuenta también de que estos episodios ocasionaron 66 muertos, un drama de vidas que se apagan por un celular, una cartera, un bolso o el más impensado objeto. “Robo agravado y lesiones”, “robo seguido de muerte”, las situaciones se repiten hasta el cansancio. Los delincuentes circulan fuertemente armados y sin el menor reparo eligen al voleo a sus víctimas: transeúntes, ciclistas o motoqueros, automovilistas, personas sentadas a una mesa de café o en la puerta de su casa, como ocurrió semanas atrás con Eugenio Sipatov, de 40 años y nacionalidad rusa, que instintivamente intentó resistirse en el partido de Lanús. Estaba a punto de ser padre. Lo mataron de un disparo por la espalda y huyeron en dos motos.

Días después, cuatro sospechosos fueron detenidos como acusados de ser la banda de motochorros que le robaron a un joven un bolso en el que llevaba cerca de un millón y medio de pesos que acababa de retirar de una sucursal del banco Santander, en Lanús Oeste, en la provincia de Buenos Aires.

Sería bueno saber cuánto tiempo permanecerán detenidos los delincuentes. La información periodística da cuenta de las crueles muertes de muchos a manos de estos inadaptados, pero poco sabemos qué ocurre con ellos luego de una eventual detención. La puerta giratoria sigue demasiado aceitada.

El delito, en tanto, no se detiene. Hace exactamente una semana, un joven de 27 años, identificado como Maximiliano Rojas, fue asesinado por dos motochorros que le dispararon al pecho tras intentar robarle su moto también en el partido de Lanús.

Solo en la ciudad de Buenos Aires se denuncia el robo de unos 3000 celulares por mes, aunque la cifra real estaría entre 3 y 4 veces por encima. Son los llamados celulares manchados con sangre que vuelven al circuito comercial para su reventa.

Los adultos mayores son también blanco preferido de delincuentes de toda calaña, muchas veces motochorros que actúan con violencia y que lesionan, cuando no matan, a sus desprevenidas víctimas, aprovechando su vulnerabilidad. Lamentablemente, en no pocas dependencias policiales, en lugar de alentar a que se denuncien estos hechos, se disuade a las víctimas usando el nefasto argumento de que podrían llegar a ser objeto de represalias por parte de los delincuentes.

Bandas organizadas mixtas que actúan en combinación con otras, motos registradas a nombre de quienes no intervendrán en los asaltos para que puedan ser fácil y rápidamente recuperadas, precipitadas excarcelaciones e inimputabilidad de menores de edad son cuestiones repetidas que preocupan y estresan a los ciudadanos afectados por tanta inseguridad en un contexto socioeconómico que se agrava a diario.

El conurbano bonaerense constituye el mayor bolsón estructural de pobreza del país, lo cual no explica el delito, pero sí la violencia, afirmaba días atrás el periodista Daniel Bilotta: “No hay que lamentar más muertes, hay que detener a los criminales antes”.

La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, anunció que presentará un proyecto de modificación del Código Penal. Anticipó que contempla agravar las penas y sumar nuevos controles para frenar los violentos ataques de motochorros mediante un sistema de chips de identificación por sistemas de anillo digital. También apunta a controlar el mercado ilegal de motos mediante la identificación de piezas. “La impunidad de los motochorros se va a terminar”, afirmó. Recordemos que una de las propuestas del Gobierno contempla bajar la edad de imputabilidad de los actuales 16 años a 14.

Muchos hechos podrían prevenirse con más patrullaje e investigación criminal. El rol de la Justicia es preponderante, tanto como el de la educación, sin la cual no podremos formar ciudadanos en condición de superarse y contribuir a su propio desarrollo y al del país. Hay mucho por hacer para detener esta doliente miríada de vidas en juego.

El delito crece sin pausa: a la alarmante cifra de hechos denunciados se suman los ataques no informados a las autoridades por víctimas que temen represaliasLA NACION

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