Lo descubrieron en un concurso, fue el “muchacho pintón” del escenario y un desmayo marcó su fin: Jorge Falcón, la voz que irrumpió en la TV
Seguramente muchos lo recordarán a Jorge Falcón –nacido Luis Ángel Iglesias- junto a Fernando Soler interpretando “Azúcar, pimenta y sal” -aquella milonga de Abel Aznar, reconocido poeta, compositor y letrista a la que le pusieron música nada menos que el maestro Héctor Varela y Tití Rossi- en los estudios en los que se hacía Grandes Valores del Tango, aquel clásico programa que conducía Silvio Soldán por Canal 9. El reconocido animador fue además quien en 1984 editó su disco más exitoso, El amor desolado, de Alberto Cortez y el letrista José Dicenta Sánchez, con arreglos y dirección de Raúl Plate, y dirección artística del propio Soldán. Luego en 1986 llegaría el último trabajo de Falcón, Para todos con amor, acompañado por José Colángelo.
El “La quiero así/con su cara de muñeca/la quiero así/con su cabecita hueca”, resonaba en esas noches a puro dos por cuatro en las que la voz de Jorge era una de las más esperadas por el público asistente y televidente. Fue un privilegiado al estudiar vocalización con Eduardo Bonessi, conocido como el maestro de Carlos Gardel, excelso pianista, compositor, letrista y profesor de canto.
A propósito, la página web todotango.com destaca que Bonessi “conocía a Carlos Gardel de los tiempos del bar-fonda O’Rondeman (en genovés, abundancia), en el barrio del Abasto y del Café de los Angelitos”. Hasta que en 1919, un determinado día, “un tenor llamado Pascual Mazzeo a quien daba lecciones de canto, llegó a su domicilio de la calle Pichincha, acompañado por Gardel, José Razzano y el mejor amigo de ambos, Alfredo Deferrari, para que tomara unas pruebas al dúo. Desde entonces los integrantes del dueto famoso estuvieron bajo su tutela por muchos años”, señala el sitio. Y precisa más detalles: “Fue así que al viajar Gardel y Razzano a España con la compañía teatral de Matilde Rivera y Enrique De Rosas en 1923, su presencia se hizo imprescindible, ya que vivían a ejercicios vocales diarios, pues con él obtuvieron la máxima expresión de su canto. Fue un magnífico eslabón en su vida aquella recordada gira junto al as de los cantores criollos”.
Nada menos que con ese maestro de maestros se había preparado Falcón, porteño, nacido en la Maternidad Sardá de Parque Patricios un 14 de octubre de 1949. Ya desde muy chico adoraba cantar porque su abuelo, que era un gran intérprete de serenatas, logró que se apasionara con el tango. Era un niño de doce cuando grabó su primer disco simple. Más tarde como profesional se impuso en un concurso que se realizó en Canal 7 interpretando Malevo. Y formó parte de Tango 5, Buenos Aires 5 y las orquestas de Jorge de Luca y Gabriel Clausi.
“Pero su gran carta de presentación, esa vidriera que todo cantante necesita para ascender a la fama y perpetuarse, la logró cuando actuó en la orquesta de Héctor Varela. Su debut se produjo el 12 de octubre de 1976 y desde ese momento nadie ya podría olvidar la figura de Jorge Falcón, el muchacho pintón y de voz apasionada gozaba de cierto grado de timidez dibujada en su rostro, pero su calidad profesional hacía que por momentos ni se acordara que estaba frente a cientos de personas que lo aplaudían de pie”, lo definió Jorge Palacio (Faruk) en esa página web. Y continuó: “Con Varela se produciría su consagración definitiva. Se hizo querer de tal forma por el maestro, que más allá de su situación profesional, Jorge se había ganado su corazón y se preocupaba para que su ‘pichón’ pudiera abrirse camino solo. Don Héctor no era egoísta y si veía que alguien tenía condiciones, lo apuntalaba para que saliera volando solo”.
Hasta allí había llegado gracias a su participación en un concurso realizado en el Luna Park por Grandes Valores del Tango, donde llegó a la final junto a otra grande, Rosanna Falasca. Osvaldo Pugliese que era jurado lo vio y se lo quiso llevar para su orquesta, pero como en ese momento tenía a Abel Córdoba como cantor, se lo cedió a Héctor Varela. Así, Falcón inició una carrera súper exitosa junto al maestro, al que acompañó durante cinco años hasta continuar su carrera como solista.
Con Varela, graba más de 20 temas a dúo con Fernando Soler y Diego Solís, entre ellos “Sabor de adiós”, “Y te parece todavía” y “Haceme cucú”. Éste último tan requerido por el público como “Azúcar, pimienta y sal”. Y en su carrera llegó a grabar seis larga duración. Le encantaban los tangos románticos y pegaba mucho en la juventud.
Un desmayo y el inicio del adiós
Corría 1986 cuando se desmayó en Rosario en plena actuación y tuvo que ser internado. Como meses antes había chocado con su auto primero se creyó que podía haber sido consecuencia de aquel impacto. Pero luego en los estudios que le practicaron se determinó que tenía cáncer, lo que provocó esa debilidad que lo traicionó en pleno show. Alicia, su esposa, hizo todo lo que estuvo a su alcance relacionado con la medicina y lo acompañó hasta su último día, un 2 de julio de 1987, en el Sanatorio de Artistas de Variedades del barrio de San Telmo.
Su hijo Adrián hoy le sigue rindiendo homenaje en la página de Facebook Jorge Falcón Producciones, como él y el tango lo merecen. En las entrevistas que le realizan define entre sonrisas a su padre: “Un encantador atorrante muy amigo de sus amigos y de sus compañeros de trabajo. Un loco lindo. Le decían ‘El 22′, que en el significado de los números y sueños de loterías y quinielas representa a ‘El Loco’”.
A los 12 años grabó su primer disco y luego, de adulto, Osvaldo Pugliese lo quiso sumar a su orquesta pero no pudo; el rol de Soldán y el amor por el tangoLA NACION