Las hermanas Karina y Gabriela Iskin repasan los inicios, el presente y el futuro de su marca de joyería de autor
A los 9 y 11 años vendían pulseritas y stickers de factura propia en las playas de Río de Janeiro, la ciudad donde nacieron y de la que emigraron un par de años más tarde, tras la muerte repentina de su papá. Hoy, las hermanas Karina y Gabriela Iskin, de 45 y 47 años, repasan los inicios, el presente y el futuro de su marca de joyería de autor Iskin Sisters, que celebra 20 años de trayectoria.
Del macramé que aprendieron cuando eran chiquitas al atelier donde diseñan aros, pulseras, colgantes, carteras y accesorios que llegan a las mejores tiendas de museos de arte del planeta. Los diseños que desarrollan contemplan todo lo que interpela a las hermanas: las obras de arte y de arquitectura de referentes consagrados. Desde Frida Kahlo a Mies van der Rohe, desde Xul Solar a Klimt, pasando por la Bauhaus, Matisse y Mondrian.
Las líneas que conceptualizan desde Iskin Sisters se transforman en obras de arte portables, hechas a mano con materiales que permiten adaptabilidad según la necesidad de los usuarios. Cuero, gamuza, acrílico, goma e imanes para los cierres magnéticos integran la paleta.
Para la Tienda Malba –Gabriela, diseñadora industrial, y Karina, licenciada en Administración–, asumieron el desafío de reinterpretar obras de la muestra permanente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires: Tercer Ojo Colección Costantini, que reúne a Kahlo, Diego Rivera, Tarsila do Amaral, Xul Solar, Joaquín Torres García, Emilio Pettoruti, Wifredo Lam, Roberto Matta, Maria Martins, Remedios Varo, Antonio Berni y Jorge de la Vega, entre otros. Con la misión de rendirle homenaje a un puñado de estas obras, las Iskin tenían reglas de juego complejas: no podían plasmar esos cuadros icónicos. La consigna fue que no se reconociera literalmente la obra, pero que sí se pudieran leer algunos fragmentos. “Nos rebotaron varias propuestas hasta que le encontramos la vuelta y transformamos en apenas un mes el desafío en un producto portable que refleja la identidad de quien lo lleva puesto”, señala Karina.
Gabriela ya había ensayado el formato en las líneas Frame para los museos Sfmoma (San Francisco Museum of Modern Art), Museo de Arte Ponce, en Puerto Rico, y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, de Madrid, entre otros. Como cuando eran chiquitas, se entendieron a la perfección y batieron su propio récord. Hoy esos fragmentos del Malba –”los tanques del museo”– lucen en la tienda de “nuestra casa, estamos felices de festejar aquí nuestros primeros 20 años”, apuntan.
En collares, aros y pulseras se puede descubrir una porción de la obra Pareja, de Xul Solar, detalles del cactus de Abaporu, de Tarsila do Amaral y geometrías azules de Metaesquema, de Hélio Oiticica. Además, la vegetación de Autorretrato con Chango y Loro, de Frida Kahlo. “Fue la más compleja, era difícil hablar de Frida sin su rostro ni el loro”, explica Gabriela, que a los veintipico abandonó su puesto de diseñadora de mobiliario en un estudio para viajar a Nueva York a cumplir su sueño: crear su propia línea de joyería contemporánea.
“Armó todo de cero, desde la web, el logo, el packaging. Todo”, remarca Karina. “Al mes me tomé un avión para sumarme al proyecto. Vivimos seis meses en Nueva York. Volvimos con clientes, entre ellos, el MoMA”, repasa Karina, que en la división de roles se ocupa de la parte administrativa y el contacto con los clientes. Lo hace desde Madrid, donde se mudó junto a su familia hace cinco años. “Prefiero el contacto presencial a la comunicación remota, pero bueno, ya me estoy acostumbrando”, dice Gabriela, y asume que aprendió a lidiar con temas del estudio, recursos humanos y demás trámites. “Aprendí a emprender, uno no nace sabiendo cómo ser jefe”, revela.
El costado bueno de los 10 mil kilómetros que las separan son las ferias de diseño a las que viajan juntas. Dos veces por año se encuentran en París para asistir a Maison&Objet y también exponen en Shop Objet, en Estados Unidos. Para 2025, en tanto, están en plenas tratativas para desarrollar una línea para Tate Modern, la galería de arte de Londres.
Geométricas, urbanas y ultra livianas, las piezas Iskin ya pasaron por más de 100 tiendas de museos en todo el mundo, entre ellas, el Guggenheim de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, el Leopold Museum de Viena, el Pérez Art Museum de Miami y el National Gallery of Art de Washington DC, además del Getty Museum de LA, el Museum of Contemporary Art de Chicago, y el Museo MACA de Uruguay, entre otros. Las piezas llegan en un packaging diseñado especialmente por Gaby para contemplar su correcto guardado. También diseña merchandising para las colecciones permanentes de varios museos y coordina la selección de obras de artistas mujeres. “Creemos en el arte como forma de despertar los sentidos, modificar la percepción y generar un impacto positivo en la sociedad. Queremos repartir arte de forma colaborativa y responsable y que las artistas argentinas que más nos interpelan sean visibilizadas en todo el mundo”, dicen las hermanas Iskin, creadoras de homenajes artísticos para llevar en la piel.
Diseñan obras de arte portables: collares, aros y pulseras que recrean piezas de los más grandes artistasLA NACION