El regreso del potreroLuis Heredia
Un impensado contratiempo complicó el inicio de la Copa de la Liga 2024: el estado lamentable de los campos de juego de algunos estadios que en algunos casos lucieron como si hubieran sido atravesados por una estampida de bisontes, seguida por una de rinocerontes, justo antes del inicio del partido. Pozos, barro, pasto amarillento visiblemente quemado, champas levantadas, esteros, cuchillas entrerrianas, socavones y dunas fueron algunos de los escollos geográficos que debieron superar los jugadores en las canchas de Rosario Central, Racing y Vélez, en tanto que otros clubes como Huracán y Boca cedieron sus localías porque sus campos de juego solo podían transitarse en vehículos con tracción en las cuatro ruedas.
El Globito, por ejemplo, comunicó que trasladaba su partido contra Talleres porque su campo de juego todavía estaba en preparación luego de haberse cambiado la totalidad del césped por primera vez en 75 años. Plantado en 1949 era el césped más antiguo del país pero con tantas décadas de uso lucía desde hace bastante tiempo bastante desteñido razón por la cual los cancheros lo rociaban con témpera color verde esmeralda para que luciera con más vida. “Era la única forma de disimular el color verde aguamarina que tenía, algunas champas directamente eran transparentes” confesó el encargado del preparado de témpera que le daba la envidiable coloración a la carpeta del Palacio.
En cuanto a los otros pastos el de Racing tuvo que cargar con cuatro recitales de La Renga para conseguir algo de dinero para obras pero no logró soportar los pogos de los miles de enérgicos y en algunos casos bien alimentados seguidores de la banda. “Saltaron tanto que la cancha quedó apisonada como si hubiera pasado una aplanadora, diríamos que está lista para colocar una carpeta asfáltica” graficó un allegado a la brigada de cancheros reclutada para recuperarla. Según testigos el campo de juego quedó tan compactado por los pogos rengueros que están tratando de ablandarlo a golpe de pico y en algunos casos con martillos neumáticos. Hay lugares en los que el piso alcanzó la consistencia y la dureza de la andesita o del pórfido patagónico por lo que se detonan cargas controladas para partirlo y devolverle la consistencia homologada por la Fifa y evitar los riesgos de lesiones.
En el caso del césped mundialista de Central todo parece indicar que sufrió el ataque de una plaga subterránea que provocó levantamientos del terreno en algunos sectores y en otros verdaderos socavones similares a los que se abren en distintos puntos de la ciudad de Córdoba. “En un principio se pensó que eran grillos topo gigantes por el tamaño de las cuevas, pero cuando les empezamos a meter detergente aparecieron unos quirquinchos enfurecidos algunos de gran tamaño” afirmó el especialista en control de plagas contratado por el Canalla. Semejante hallazgo motivó la convocatoria del renombrado zoólogo y amigo de los animales Milton Culebra quien sentenció que la cancha había sido invadida por un Tatú Carreta con su grupo familiar y al menos una manada de Suricatas que habían excavado sus cuevas en una de las áreas del Gigante.
“Básicamente estas especies construyeron un entramado de túneles bajo la cancha y pueden aparecer en cualquier lugar y momento por ejemplo mientras se juega un partido”, explicó Culebra, situación que explicaría lo ocurrido en el 0-0 entre Central y Banfield cuando el Nacho Malcorra intentó patear un tiro libre pero en el lugar de impactar sobre el balón terminó entrándole de tres dedos a una champa que voló a 70 kilómetros por hora hacia las plateas bajas del estadio. Había ocurrido que justo en el momento del impacto una suricata decidió pispear lo que ocurría en superficie y emergió su cabeza donde estaba colocada la pelota elevando la champa correspondiente y provocando el desplazamiento del esférico.
Según los entendidos este tipo de problemas con los campos de juego seguirán ocurriendo porque debido al cambio climático diversas especies silvestres se están mudando hacia las ciudades y además muchos clubes con aprietos económicos seguirán alquilando sus estadios para espectáculos que les den dinero fresco. Según trascendió, la AFA está intentando frenar contra reloj una presentación planificada en el campo de juego de un importante club de la Liga que lo alquilaría a la Asociación Nancional de Malambo Patriótico, para un espectáculo que incluirá a 1700 malambeadores quienes zapatearán sobre el pasto durante 72 horas sin parar con el objetivo de ingresar en la Lista Guinness de récords.
“No queremos imaginar cómo va a quedar el césped de ese estadio después de semejante performance, se considera que se producirá una licuefacción del campo de juego ya que se estima que un malambo masivo de 1700 ejecutantes y 72 horas de duración libera una energía similar a la de dos bombas atómicas de tamaño mediano”, señalan con preocupación desde la Subdirección de Céspedes de la AFA. El rústico piso del potrero que parió a tantas figuras del fútbol argentino se niega a desaparecer frente al avance de campos de juego con césped tipo Wimbledon.
Un impensado contratiempo complicó el inicio de la Copa de la Liga 2024: el estado lamentable de los campos de juego de algunos estadios que en algunos casos lucieron como si hubieran sido atravesados por una estampida de bisontes, seguida por una de rinocerontes, justo antes del inicio del partido. Pozos, barro, pasto amarillento visiblemente quemado, champas levantadas, esteros, cuchillas entrerrianas, socavones y dunas fueron algunos de los escollos geográficos que debieron superar los jugadores en las canchas de Rosario Central, Racing y Vélez, en tanto que otros clubes como Huracán y Boca cedieron sus localías porque sus campos de juego solo podían transitarse en vehículos con tracción en las cuatro ruedas.El Globito, por ejemplo, comunicó que trasladaba su partido contra Talleres porque su campo de juego todavía estaba en preparación luego de haberse cambiado la totalidad del césped por primera vez en 75 años. Plantado en 1949 era el césped más antiguo del país pero con tantas décadas de uso lucía desde hace bastante tiempo bastante desteñido razón por la cual los cancheros lo rociaban con témpera color verde esmeralda para que luciera con más vida. “Era la única forma de disimular el color verde aguamarina que tenía, algunas champas directamente eran transparentes” confesó el encargado del preparado de témpera que le daba la envidiable coloración a la carpeta del Palacio.En cuanto a los otros pastos el de Racing tuvo que cargar con cuatro recitales de La Renga para conseguir algo de dinero para obras pero no logró soportar los pogos de los miles de enérgicos y en algunos casos bien alimentados seguidores de la banda. “Saltaron tanto que la cancha quedó apisonada como si hubiera pasado una aplanadora, diríamos que está lista para colocar una carpeta asfáltica” graficó un allegado a la brigada de cancheros reclutada para recuperarla. Según testigos el campo de juego quedó tan compactado por los pogos rengueros que están tratando de ablandarlo a golpe de pico y en algunos casos con martillos neumáticos. Hay lugares en los que el piso alcanzó la consistencia y la dureza de la andesita o del pórfido patagónico por lo que se detonan cargas controladas para partirlo y devolverle la consistencia homologada por la Fifa y evitar los riesgos de lesiones.En el caso del césped mundialista de Central todo parece indicar que sufrió el ataque de una plaga subterránea que provocó levantamientos del terreno en algunos sectores y en otros verdaderos socavones similares a los que se abren en distintos puntos de la ciudad de Córdoba. “En un principio se pensó que eran grillos topo gigantes por el tamaño de las cuevas, pero cuando les empezamos a meter detergente aparecieron unos quirquinchos enfurecidos algunos de gran tamaño” afirmó el especialista en control de plagas contratado por el Canalla. Semejante hallazgo motivó la convocatoria del renombrado zoólogo y amigo de los animales Milton Culebra quien sentenció que la cancha había sido invadida por un Tatú Carreta con su grupo familiar y al menos una manada de Suricatas que habían excavado sus cuevas en una de las áreas del Gigante.“Básicamente estas especies construyeron un entramado de túneles bajo la cancha y pueden aparecer en cualquier lugar y momento por ejemplo mientras se juega un partido”, explicó Culebra, situación que explicaría lo ocurrido en el 0-0 entre Central y Banfield cuando el Nacho Malcorra intentó patear un tiro libre pero en el lugar de impactar sobre el balón terminó entrándole de tres dedos a una champa que voló a 70 kilómetros por hora hacia las plateas bajas del estadio. Había ocurrido que justo en el momento del impacto una suricata decidió pispear lo que ocurría en superficie y emergió su cabeza donde estaba colocada la pelota elevando la champa correspondiente y provocando el desplazamiento del esférico.Según los entendidos este tipo de problemas con los campos de juego seguirán ocurriendo porque debido al cambio climático diversas especies silvestres se están mudando hacia las ciudades y además muchos clubes con aprietos económicos seguirán alquilando sus estadios para espectáculos que les den dinero fresco. Según trascendió, la AFA está intentando frenar contra reloj una presentación planificada en el campo de juego de un importante club de la Liga que lo alquilaría a la Asociación Nancional de Malambo Patriótico, para un espectáculo que incluirá a 1700 malambeadores quienes zapatearán sobre el pasto durante 72 horas sin parar con el objetivo de ingresar en la Lista Guinness de récords.“No queremos imaginar cómo va a quedar el césped de ese estadio después de semejante performance, se considera que se producirá una licuefacción del campo de juego ya que se estima que un malambo masivo de 1700 ejecutantes y 72 horas de duración libera una energía similar a la de dos bombas atómicas de tamaño mediano”, señalan con preocupación desde la Subdirección de Céspedes de la AFA. El rústico piso del potrero que parió a tantas figuras del fútbol argentino se niega a desaparecer frente al avance de campos de juego con césped tipo Wimbledon.La Voz