diciembre 9, 2024

El Fondo aprobó los cambios en la política económica de Milei y liberó un nuevo giro por US$4700 millones

WASHINGTON.- El Fondo Monetario Internacional (FMI) liberó un nuevo desembolso para la Argentina por US$4700 millones con amplios elogios a los cambios en la política económica del gobierno de Javier Milei, en una muestra de respaldo contundente a la nueva estrategia desplegada por el oficialismo para intentar bajar la inflación y encarar el “difícil” camino, en palabras del FMI, para estabilizar la economía.

El Directorio Ejecutivo del Fondo aprobó esta tarde en Washington la séptima revisión del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) firmado por la Argentina durante el gobierno de Alberto Fernández luego de los cambios implementados por Milei para resucitar el programa, que estaba “severamente descarrilado”, según el Fondo, por la sangría de reservas del Banco Central y el impacto del “plan platita” ideado por el exministro de Economía, Sergio Massa, durante la última campaña presidencial, que amplió el déficit fiscal y se llevó puestas las metas originales del plan.

La directora Gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, se deshizo en elogios al gobierno de Milei por tomar “medidas audaces” para hacer frente a la “difícil herencia” y evitar una crisis mayor y poner sobre la mesa un plan “ambicioso”, a la vez que deshilachó las “políticas inconsistentes” del gobierno de Alberto Fernández, que el Fondo avaló una y otra vez en cada una de las revisiones anteriores, incluida la última a mediados del año anterior, ya en medio de la campaña presidencial.

“Tras la finalización de las últimas revisiones, los ya grandes desequilibrios y distorsiones de la Argentina se agudizaron y el programa se desvió significativamente, lo que refleja las políticas inconsistentes del gobierno anterior”, dijo Georgieva en un comunicado difundido por el FMI.

“En medio de esta difícil herencia –inflación elevada y creciente, reservas agotadas y altos niveles de pobreza–, la nueva administración está tomando medidas audaces para restaurar la estabilidad macroeconómica y comenzar a abordar los impedimentos de larga data al crecimiento. Estas medidas iniciales evitaron una crisis de balanza de pagos, aunque el camino hacia la estabilización será difícil”, afirmó.

Georgieva dijo que es posible que se necesiten “medidas adicionales” para garantizar los objetivos del programa, una frase que deja la puerta abierta a un ajuste mayor en el futuro. La jefa del Fondo agregó que es “imperativo” una asistencia social bien orientada y una “clara comunicación” para conseguir respaldo político y social para el plan.

El nuevo acuerdo contempla un ajuste “ambicioso”, según describió en su momento el FMI, para alcanzar un superávit fiscal primario del 2% del producto bruto interno (PBI) este año, una corrección hercúlea que permitiría alcanzar el equilibrio fiscal, o déficit fiscal cero, una vez computados los gastos de la deuda. Las nuevas metas también contemplan una acumulación de reservas netas de 10.000 millones de dólares para este año.

El board también aprobó una extensión del acuerdo hasta el 31 de diciembre de 2024, junto con “algunas reprogramaciones de los desembolsos planificados dentro del monto existente del programa”.

Aunque el board aprobó una nueva revisión del acuerdo existente, que se puso en marcha hace casi dos años, los cambios acordados entre el equipo económico de Milei, que comanda el ministro de Economía, Luis Caputo, y el staff del Fondo imprimieron un giro de 180º en la política económica de la Argentina, que fue ampliamente bienvenido en el Fondo, en Washington y en Wall Street. La nueva apuesta –el tercer intento del Fondo y la Argentina por reparar la economía tras los fracasos de los planes de Alberto Fernández y de Mauricio Macri– es que la nueva estrategia de “shock” gatille un proceso de desinflación que ayude a recuperar el crecimiento y los salarios reales en el mediano plazo.

Más allá del espaldarazo a la nueva administración, el Fondo se preocupó por remarcar al anunciar el último acuerdo técnico que despejó el camino a este nuevo desembolso que el camino hacia la estabilidad será desafiante, y que las condiciones “empeorarán antes de mejorar”. De hecho, el último pronóstico del Fondo para la economía argentina marca una contracción del 2,8% del PBI este año. Y aun cuando el Fondo prevé que la inflación bajará en el segundo semestre, el organismo estimó que el alza del costo terminará este año en el 150% anual. El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, dijo esta semana que el ajuste fiscal que busca el Gobierno es “absolutamente necesario” para arraigar la baja de la inflación.

“Es un ajuste muy considerable. Y esto es algo que consideramos absolutamente necesario en el contexto de la Argentina, porque la causa fundamental del proceso de inflación allí es, por supuesto, que ha habido bastante financiamiento monetario”, dijo Gourinchas.

La implementación del ajuste es, de hecho, el principal desafío que enfrenta el nuevo plan, junto con el agotamiento social con la crisis, proclive a traducirse en protestas en contra de la austeridad promovida por Milei. El gobierno de Joe Biden brindó una señal de respaldo poco después de que se cerró el nuevo acuerdo con el Fondo, y se preocupó en remarcar la importancia de proteger a los más vulnerables, un mensaje que también reforzó después el Fondo.

“Le damos la bienvenida a los esfuerzos del gobierno de la Argentina que apuntan a restaurar la estabilidad económica y continuamos discutiendo la importancia de enfocarse en mantener el apoyo a los argentinos más vulnerables durante el difícil proceso de ajuste”, indicó a LA NACION un vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca ante una consulta sobre el nuevo acuerdo.

El gobierno de Biden ya había mostrado claramente su intención de ayudar al nuevo gobierno argentino a pesar de las diferencias ideológicas inocultables con Milei. La postura de la administración demócrata esta arraigada en una política férrea de la Casa Blanca de buscar las mejores relaciones posibles con los gobiernos democráticos de la región, más allá de las distancias políticas. Pero en Washington también miran con interés el papel que puede jugar la Argentina como un proveedor de alimentos y energía en un momento en el que las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza han elevado las tensiones globales y trastocado los hilos geopolíticos, y la lucha contra el cambio climático –una de las prioridades de Biden– cobra urgencia.

El board del organismo dio el visto bueno a la última revisión del programa que había sido firmado por el gobierno de Alberto Fernández y el dinero ya llegó a las arcas del Banco CentralLA NACION

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