Diez claves que definirán el resultado del comercio internacional 2024
La metáfora del cisne negro define, por razones varias, la paupérrima performance que tuvo el intercambio comercial en 2023, que cerró con un déficit que casi perfora los U$S7000 millones. Sin embargo, una sucesión de eventos -también inesperados y, paradójicamente, relacionados con esos mismos motivos- tiñen de optimismo al sector del comercio exterior.
Expertos consultados por LA NACION coinciden en que este año cerraría con un superávit comercial en torno de los US$15.000, aunque lo supeditan al devenir de la geopolítica y, como si fuera poco, al derrotero de la coyuntura nacional. Si bien el “rebote” representaría, en lo inmediato, una bocanada de aire fresco, un análisis más profundo vuelve relativo su alcance
Entre las principales claves que definirán una balanza comercial positiva para 2024 se destacan la recuperación del sector agroexportador tras la histórica sequía que causó pérdidas estimadas en U$S22.000 millones; el crecimiento del sector energético, tanto en materia de producción como en saldos exportables y la recesión económica, que redundaría en la caída de las importaciones, menor consumo y, en efecto, menor demanda de insumos industriales; entre otras.
A continuación, el decálogo de claves para entender el comercio exterior que viene, y que arrojarán, como dice el refrán, una de cal y una de arena.
1- Condiciones meteorológicas
Su mejora respecto del año pasado es una de las principales razones por la que se espera una buena cosecha y un consecuente crecimiento de las exportaciones. El fenómeno conocido como “La Niña” explicó buena parte del derrumbe de las ventas al exterior, que cayeron un 24,5% interanual (US$66.788 millones) en 2023, según el Indec, mientras que las importaciones se hundieron un 9,6% (US$73.714 millones).
Si bien el clima no está perfecto -de hecho, los pronósticos internacionales indican la permanencia de El Niño (lluvias por encima de lo normal) durante todo el verano-, los pronósticos son favorables. “Dada la importante recomposición hídrica en la mayoría de las zonas productivas, en esta campaña podemos afirmar que el agua no será el factor limitante”, afirmó semanas atrás Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA.
Marcelo Elizondo, especialista en negocios internacionales y director de la consultora DNI, aseguró: “Superada la sequía, las exportaciones este año podrían rondar los U$S85.000 millones gracias al agro, el principal componente, que representa el 63%”. Para el experto, ello va a permitir un superávit comercial “holgado”, al prever una baja de las importaciones, que se ubicarían en torno de los US$70.000.
2- El rol de la energía
Las estimaciones proyectan que la reducción de las importaciones se explicará, en buena parte, por la variable energética. “La reversión del déficit energético, que el año pasado provocó U$S7900 millones de importaciones, es un elemento fundamental”, expresó Fernando Landa, presidente de la Cámara Argentina de Exportadores de la República Argentina (CERA). Y agregó: “No solo la necesidad de importación se reducirá a la mínima expresión, sino que tenemos exportaciones previstas, como las del Oleoducto Transandino (US$1000 millones adicionales), a lo que se sumará a partir del año entrante el resultado de la reversión del Gasoducto Norte y el Oleoducto Vaca Muerta Sur”.
Según datos de la consultora G&G Energy Consultants, el aporte de la cuenta neuquina, que tiene producción convencional y no convencional (shale oil), será clave porque ya explica el 66% del total de la producción, equivalente a 456.270 barriles diarios de petróleo. A tal punto, que se espera que el sector energético tenga una balanza comercial positiva de US$3800 millones este año.
Ramiro Velloso, subsecretario de Promoción de las Exportaciones, las Inversiones, la Educación, la Ciencia y la Cultura de la Cancillería, añadió: “Al impulso exportador del sector agrícola se suma el aporte de los combustibles y la energía, que en 2024 podrían alcanzar un valor de exportaciones superior a U$S10.000 millones. También continuará el aporte creciente del complejo minero, en particular del litio durante este año, así como el sector de servicios”.
3- Precios de los commodities
Gabriel Merino, investigador adjunto del Conicet y miembro del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), plantea que el precio de los commodities en materia de agro se mantendrán estables, luego del pico que tuvieron a principios de 2022, a raíz de la guerra en Ucrania, pero fundamentalmente porque se prevé una buena cosecha. “Ni precios muy bajos ni precios muy altos”, resume, al tiempo que señala que, en materia energética, se dependerá de dos factores. “Uno es si se mantienen o no las perspectivas de crecimiento global. Si hay menor crecimiento, hay menor demanda, y tienden a caer los precios de los hidrocarburos”. Y el otro factor -apunta- son las tensiones geopolíticas, los conflictos bélicos. Ejemplifica: “Un escenario de profundización o escalada del conflicto en Oriente Medio podría llevar a un mayor precio de los hidrocarburos”.
Sin embargo, el especialista sostiene que, si bien, en general, siempre que hay guerras, los precios de las materias primas tienden a subir y pueden haber fluctuaciones, ya sea por variables externas e internas. Un relevamiento de la consultora especializada FyO señala que, desde que el gobierno de Javier Milei anunció el paquete de medidas económicas con “ancla fiscal”, en diciembre último, la caída sostenida en los precios de los principales commodities recortó el ingreso de divisas en unos US$2200 millones para la soja y en US$1300 millones para el maíz. Aun así, el panorama sigue siendo alentador para el agro.
4- Precio de los fletes
Según Elizondo, la geopolítica juega un rol clave en este punto. “El precio de los fletes aumenta por los problemas que hay en el Mar Rojo y en el Mar Negro. Las agresiones de los hutíes a los buques que se dirigen hacia el canal de Suez están generando un incremento de costos y, además, un potencial desabastecimiento de servicios de logística”, afirma. Dice: “Hay muchos buques que están incrementando en hasta 14 días el tiempo de viaje porque tienen que desviarse hacia el sur de África. Eso impacta en los fletes de todo el mundo y agrava el caso de aquellos que están más lejos y tienen menos intensidad de comercio”.
Sobre el caso argentino, su mirada es categórica. “Pagamos el precio de ser un país cerrado. Si un país comercia poco, tiene poca oferta de fletes. A las navieras no les resulta (rentable) venir hasta la Argentina, porque somos un país que importa y exporta poquísimo. Por lo tanto, tenemos un problema de escasa oferta”, considera.
Para Elizondo, hay que tener conciencia de que la geopolítica está afectando al comercio internacional. “Lo está afectando en los fletes, en el costo de los seguros, en los tiempos, e incluso, en el funcionamiento de los mercados”, concluye.
5- Infraestructura
Desde CERA aseguran de que hay un factor estructural determinante para el desarrollo de la actividad exportadora, que debiera separarse de la coyuntura político-económica: la competitividad logística nacional.
“El puerto de Buenos Aires se encuentra desde hace años detenido en el tiempo, con un calado que impide el acceso a los buques que hoy se construyen y utilizan. En cambio, el puerto de Montevideo va creciendo en actividad”, afirma Landa, y lamenta: “Las autoridades han otorgado el permiso para el calado a 14 metros del puerto de Montevideo, pero no parece haber registro de que es necesario enfrentar el problema aquí también. Así, solo seremos alimentadores de puertos más importantes”.
En la Cámara aseguran que han dejado a los distintos espacios políticos diversas alternativas para revertir la gravedad que suscita para los productos de valor agregado no abordar competitividad del puerto, por el cual se transporta el 80% de los contenedores del país. “Cuesta entender el sentido de dirección estratégica que supone otorgar dicha aprobación, sin considerar y proyectar lo que necesita la Argentina. Este factor es un ancla a la exportación nacional”, asegura Landa.
6- De las SIRA a las SEDI
A los pocos días de su implementación, el nuevo Sistema Estadístico de Importaciones (SEDI), que reemplazó a las cuestionadas “SIRA”, fue celebrado por las cámaras del sector. “Si bien todavía el tipo de cambio está atrasado, y sigue habiendo impuesto PAIS y cepo cambiario, en general hay una normalización en términos de controles y restricciones administrativas”, explica Elizondo, incluso a pesar de que “continúen los tributos y cuasitributos, porque siguen manteniéndose las retenciones y, además, no se han bajado aranceles, ya que no dependen del gobierno argentino sino del Mercosur”.
Por su parte, Landa opina: “Las SEDI no han actuado hasta ahora como un mecanismo discriminatorio. Sin embargo, el problema de fondo, la falta de dólares y el pago mandatorio, en muchos casos en cuatro cuotas, sumado a la deuda con proveedores, permanece como una restricción al crecimiento”. Así y todo, el experto destaca otros aspectos, como la eliminación de restricción de exportaciones y mejoras incluidas en la discusión parlamentaria relativos al Código Aduanero. En tal sentido, aseguró: “Estamos trabajando con la Secretaría de Comercio para la mejora de los esquemas de promoción de exportaciones. Son factores van en la dirección correcta para crecer a partir de la exportación”.
7- China
En relación a los mercados, Brasil es el primer socio comercial de la Argentina, China el segundo y Estados Unidos, el tercero. Según Merino, cocoordinador del grupo de trabajo de Clacso “China y el mapa del poder mundial”, si bien actualmente el gigante asiático enfrenta una crisis en el sector inmobiliario, al mismo tiempo ha logrado un gran crecimiento del consumo interno. Además, indica que su tasa de crecimiento en 2023 fue del 5,2% de su PBI, seguido de Estados Unidos (2,5%). Este último “sufre de problemas en materia de endeudamiento federal, gran déficit fiscal y gran déficit comercial, aunque tiene otras condiciones macroeconómicas”.
Respecto de China, Merino sostiene que “se espera que su Producto crezca en 2023 al 5%, es decir, a una tasa menor”. Sin embargo, “lo será sobre un volumen económico mucho mayor, con lo cual esa tasa representa un volumen mayor y, entonces, un peso mucho mayor en general en la economía mundial”. Aunque reconoce: “El límite de China es que tampoco puede crecer mientras el resto del mundo no crece, porque además, también su propio tamaño cada vez más grande, la limita”.
Velloso estima: “La economía china muestra signos de desaceleración, si se compara con las tasas de crecimiento anteriores, lo cual estaría afectando a las economías de la región asiática y a otros mercados”. No obstante ello, “las autoridades chinas y los actores empresariales están adoptando medidas y acciones para corregir esa desaceleración. Los resultados se irán viendo en la medida que se implementen”. Es decir, aún creciendo a menor escala, sigue siendo gravitante. Según estimaciones de organismos multilaterales, China explicaría el 0,3% de un crecimiento del PBI global del 1%. “El sostenido crecimiento de su mercado interno, su capacidad importadora, así como el acceso de sus productos a terceros mercados vienen incidiendo en el crecimiento de casi todas las economías regionales”, explica.
Elizondo completa: “Es cierto que el Gobierno prefiere más relaciones comerciales, político-estratégicas con democracias capitalistas occidentales, pero la verdad es que, como ellos dicen, los negocios lo hacen las empresas, entonces se van a mantener con China y Brasil. Es cierto que la economía de China no está pasando por un buen momento, por una desaceleración del PBI, por algunos problemas como es el mercado bursátil, pero eso no afecta en relación a los niveles mencionados”.
8- Acuerdo Mercosur-UE
Diversos expertos no creen que salga el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. “Hoy la UE está generándole costos a la producción agrícola por mayores exigencias regulativas ambientales, por incremento de la presión tributaria, como el impuesto al gasoil. Hay mucha burocracia que afecta los costos de operación, sobre todo desde Bruselas, y eso está generando una protesta de los agricultores que dicen ‘no me hagan competir contra economías que son menos costosas”, resume Elizondo.
Velloso es más optimista en este aspecto. “Estimamos que el acuerdo Mercosur-UE tendría un impacto positivo en el PBI de la Argentina. Se proyecta que el nivel de actividad económica crecería entre 0,63%, en un escenario de liberalización arancelaria plena, y 0,13%, en un acuerdo con exclusiones y preferencias parciales. Crecerían tanto las exportaciones como las importaciones totales de la Argentina y las bilaterales con la UE”. Y apunta: “Concluir un acuerdo ambicioso y equilibrado con la UE, facilitará el camino para avanzar, de manera secuencial, en acuerdos comerciales con otros países y bloques”.
9- Licencias automáticas y no automáticas
Desde CERA, consideran que no debieran influir en la definción de la balanza comercial, si cumplen con la normativa de la Organización Mundial del Comercio (OMC). “Son un mecanismo no restrictivo”, asegura Landa.
10- El plan del gobierno
Puntos a favor: se recupera el agro, hay una mejora cambiaria, se suprimieron “controles”. Obstáculos: persistencia de la inflación y de “cuasitributos” como las retenciones. Hay recesión económica. Y si bien circula una previsión de un plan de gobierno, las dudas surgen respecto de su capacidad de implementación.
“El gobierno está marcando el rumbo hacia una nueva economía de mercado, gobierno limitado, desregulación, iniciativa privada y eventualmente una mayor apertura en el futuro. Y eso es una señal importante, pero una cosa es lo que se anuncia y otra cosa es la capacidad de implementación. El gobierno está atacando la emergencia recibida y lo más genuino, el corazón de su ideario, está siendo postergado”, opinó Elizondo. Por eso cree que es muy importante el derrotero que siga el DNU y la ya fracasada con la “Ley ómnibus”, para el desarrollo del comercio exterior, en un año bisagra para la Argentina.
Expertos en comercio internacional enumeraron los factores que influirán en la balanza para llevarla hacia una variación positiva en torno a los U$$15.000 millones; de qué dependen los números finalesLA NACION