Antes y después: la cocina luminosa y verde que soñó una jardinera apasionada
La cocina que vemos abajo tiene 26 años, la edad de su única hija mujer (tuvo tres varones antes y tres después). Agrónoma y jardinera, su idea ya en aquel entonces era que tuviera aire de campo. “En esa época estaba copada con las vacas: por eso el piso damero blanco y negro (y las tazas, las lecheritas y los repasadores alusivos)”, se ríe Josi Silveyra, más conocida como @maryjoegardener por sus seguidores en Instagram, fascinados por su jardín, base real de experimentos y tutoriales ao vivo para lograr flores de corte a partir de semilla.
Con el crecimiento de la familia, se anexó un nuevo volumen a la casa, y se aprovechó ese momento para cerrar la cocina, originalmente integrada al comedor. “Veníamos de vivir unos años en Estados Unidos, y al principio me pareció canchero; después, me empezaron a molestar el olor, el ruido y la falta de privacidad. Sentía que nunca podía tener lindo el comedor”, recuerda.
“Cuando me puse a soñar con un cambio, hará dos años, también me imaginaba una cocina de campo, pero esta vez más al estilo de la Provence en cuanto a los colores, la madera clara, los cacharros a la vista. Moderna y funcional, pero cálida”, comparte. “Entonces sucedió que una vecina y amiga remodeló su cocina y fuimos a verla con mi marido. Nos encantó, y ahí nomás le pedimos el dato de su arquitecta, Delfina Jordán.
La torre de control
“Con todos los que somos, la idea de tener la cocina parada dos meses no me resultaba fácil”. (Si bien sus hijos mayores se casaron, ya empiezan a volver multiplicados). “Además de que la usamos para comer, estar con amigos y mil etcéteras, desde acá se maneja la comida y la ropa. ¡Es la torre de control de la casa! Pero bueno, sin despreciar lo que tenía, me pareció que había llegado el momento de buscar algo más alegre”.
“Empezamos a comprar los materiales y a acopiarlos en julio del año pasado, porque los precios cambiaban todos los días. Cuando arrancamos, estuvimos en obra algo menos de dos meses; después, un mes más con los muebles sin puertas, esperando a que terminara el laqueador (lo que más demora), pero con todo funcionando”, detalla Josi.
Uno de los motivos para eliminar esta pileta es que me sacaba mesada. “¡Y que no quería ver más ni ollas ni el trapo rejilla desde la mesa!
@maryjoegardener, agrónoma, jardinera y dueña de casa
Las lámparas son de Nómade Iluminación. La elección del modelo en dorado determinó el tono de los herrajes.
El gusto bien claro
“Yo sé lo que quiero; la arquitecta me interpretó y me mostró algo acorde. Por ejemplo, no me interesaba una alzada lisa, sino poner azulejos sin un color uniforme, que dan la sensación de algo artesanal. También, desde el primer momento le pedí a Delfina un estante ancho para poner mis latas, que uso todos los días y encierra cada una un lindo recuerdo, además de galletitas o tés”.
“Delfina me propuso reunir “lo mojado” en este sector: lavo, seco, guardo en un mismo lugar. ¡Y ahora tengo una mega bacha! Me resulta mucho mejor que las dos anteriores”.
“La elección del verde para laquear los muebles fue todo un tema. Delfina trajo varios tonos que andaban bien con los azulejos, pero nos costaba decidir. Pasó mi hija, puso el dedo y dijo: ‘Este’”, sonríe Josi. “Participó mucho, es muy estética”, dice orgullosa sobre María, que tiene un emprendimiento de joyería y tocados de novia con muchos puntos de contacto con las plantas de su mamá.
La campana de la arquitecta
“Cuando Josi me llamó, me dijo: ‘Me encantó lo que hiciste en la casa de mi amiga, que, como la mía, es de otra época’. Charlamos un par de horas, me contó de su trabajo y de su pasión por la jardinería, y me dijo: ‘Quiero claridad’. Y me di cuenta de que a alguien tan amante de la naturaleza (y con ese jardín que logró con los años) se la tengo que traer adentro, sumando elementos blancos que lo permitan”.
“Lo único que Josi me rebotó fue la idea de un artefacto de cocina más grande”, dice Delfina Jordán. “Yo soy bastante Susanita, me gustan las cosas de la casa, pero la verdad es que no me gusta cocinar y ahora no voy a hacer más que antes. Si vienen todos, se hará un asado”, clarifica Josi. “Es verdad que las ventanas limitaban para poner un artefacto de un metro de largo. Pero cuando le propuse la canilla para las ollas, le encantó”, cierra la arquitecta.
Había ‘mucho mensaje’: el damero, los colores brasileños, la madera oscura: entendí de inmediato el pedido de claridad que me hizo Josi
Arq. Delfina Jordán, a cargo del proyecto y la dirección de obra
Paso al lavadero
“Algo que me importaba era sumar otra materialidad, algo que vino con la madera de paraíso en los estantes, los cajones verduleros y los muebles con vitrina. No quería que fuera una simple pared llena de muebles”, destaca Delfina haciendo alusión a los sutiles cambios de diseño en cada sector.
“La disposición de las lámparas hace que no tengas una única fuente de luz y, por lo tanto, que haya más de una situación. Si están todas apagadas menos la que ilumina la mesa, le da otro clima a una comida”.
En el lavadero siguen los mismos materiales: el Silestone de las mesadas, el piso de porcelanato ‘Peroba’, los muebles verdes con herrajes dorados. “Lo único que no trajimos fueron los azulejos. Son españoles y hubiera resultado un gasto innecesario por lo poco que se lucen acá”, revela la arquitecta Jordán.
Suma de alegrías
“¿Qué es lo que más me gusta? El color, la claridad. Tener un cajón el ollero: me parecía horrible e incómodo estar sacando las ollas de al lado del sifón de la pileta. Amo las lámparas. La torrecita de enchufes que se embuten en la mesada: no verlos en la pared es maravilloso. Todo es limpio, práctico y lindo”.
“Quería muebles vidriados para que se lucieran mis tazas, mis teteras, mis cacharros. Ahí estoy yo en pinta. Me parece que dicen: ‘Esta es la cocina de Josi’”.
Fuimos a visitar a @maryjoegardener, jardinera profesional y madre de 7, para que nos mostrara cómo reformó su cocina después de 26 años de uso súper intensivo.LA NACION