noviembre 8, 2024

Animales superiores: avances tecnológicos revolucionan la reproducción de bovinos

La transferencia de embriones bovinos tiene como objetivo multiplicar rápidamente las características productivas de vacas superiores. En esencia, consiste en tomar los embriones de una vaca donante de sobresalientes características productivas y transferirlos a otras receptoras en las que se completará la gestación.

“Normalmente una vaca puede generar hasta 10 crías a lo largo de su vida productiva mediante parto natural; con la transferencia de embriones pueden superar los 200″, diferencia el consultor Santiago Debernardi. Así, la genética de una vaca superior puede aprovecharse con muchas crías que se gestan masivamente en vientres de vacas de menor mérito genético.

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Sistemas de transferencia embrionaria

En los últimos años hubo un cambio en la tecnología de transferencia de embriones. Tradicionalmente, el sistema más usado fue el de ovulación múltiple (MOET), desarrollado a partir de 1970 y 1980. Sin embargo, desde el 2000 se difundió la técnica de aspiración para la producción de embriones in vitro.

-El MOET (Transferencia de Embriones por Ovulación Múltiple, según sus siglas en inglés) consiste en provocar una superovulación de la vaca con hormonas, para luego ser inseminada in vivo. Posteriormente, a los siete días se hace un lavaje del útero para recolectar los embriones. El paso siguiente se da en laboratorio separando los embriones (óvulos fertilizados) de la solución, tras lo cual se pueden transferir a vacas receptoras o congelarse para ser usados en otro momento. Con este sistema se pueden obtener habitualmente seis o siete embriones por lavado.

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Esta técnica tiene limitaciones porque no se puede hacer superovular una vaca más de una o dos veces sin provocar disturbios hormonales. “Normalmente, se puede superovular un par de veces con un intervalo de 60 días y luego la vaca debe ser preñada y criar un ternero -avisa Debernardi- con lo cual se obtienen pocos embriones”. Con esa técnica, los cabañeros no mostraban mucho interés en vender embriones a terceros. Otra limitación es que hay vacas que no responden a los tratamientos hormonales, que son de alto costo.

-Fertilización in vitro. En este sistema, sin necesidad de ningún tratamiento hormonal previo, se procede a aspirar los ovocitos (estado previo de los óvulos) de las vacas donantes con instrumental especializado, que luego son fertilizados con el semen del toro elegido en el laboratorio. Tras seis días de cultivo, los embriones pueden ser transferidos a receptoras o ser congelados.

Este sistema tiene la ventaja de que se pueden punzar las vacas para aspirar sus ovocitos cada 15 o 30 días y no es requisito preñarlas. Por lo tanto, bajo un régimen de alta demanda de embriones de vacas muy valiosas se pueden obtener entre 40 y 60 embriones por año en razas británicas. Otras ventajas son que se pueden punzar terneras y vacas preñadas hasta el cuarto mes de gestación y que permite trabajar con semen sexado.

Cambio favorable

La técnica de producción de embriones por aspiración y fecundación in vitro provocó un cambio drástico en las cabañas. Dio lugar a que abunden donantes y embriones y falten receptoras en esas empresas. “La situación descripta provocó la aparición de sistemas de cooperación en transferencia embrionaria entre cabañas y buenos criadores convencionales, que manejen bien la producción forrajera, la reproducción y la sanidad, para que desarrollen embriones provenientes de animales de pedigree”, afirma Debernardi.

Los acuerdos toman distintas modalidades, pero pueden incluir que el cabañero aporte los embriones y establezca con un criador que le corresponde el 50% de los terneros que nacen, en una suerte de “vientres alquilados”. Cada parte puede llevarse machos y hembras o elegir los del sexo que más le conviene.

Por ejemplo, la cabaña La Guagua, de América, desarrolló acuerdos con 10 empresas que tienen buenos planteos de cría y que quieren avanzar en el mejoramiento genético de sus rodeos. Esta modalidad está siendo adoptada rápidamente por muchas otras cabañas.

Mejora del rodeo

En la elección de una empresa ganadera con vacas receptoras capaces de llevar a término las preñeces no habría que buscar campos muy grandes, con 50.000 vacas por ejemplo, donde será difícil hacer el seguimiento del procreo. Tampoco habría que acordar con alguien que recién comienza en la actividad y no tiene ajustados todos los procesos de la producción animal. Es necesario volcarse a empresas bien gerenciadas, con vacas fértiles, sanas y con satisfactorios índices de producción y manejo.

“Yo vengo de la industria y busco la máxima eficiencia en la producción de forraje, en la hacienda y en el equipo, para agregar valor al producto ofrecido. Aspiro a vender animales que tengan mejor precio que los de un remate de terneros de invernada”, apunta Mauro Levi, titular de Tegema, una empresa agrícola-ganadera ubicada a 4 kilómetros de Maciá, en el centro de Entre Ríos.

“Para ese propósito, la transferencia de embriones de una cabaña a un campo de cría, organizada en forma cooperativa, es una buena herramienta: agrega valor porque nos acerca a la genética del puro de pedigree; permite incorporar sangre mejoradora a individuos de un rodeo general, sin tener que comprar toros puros a una cabaña”, agrega.

“El acuerdo que tengo con la cabaña de donantes establece que me provee de embriones de vacas de alto mérito genético, que se implantan en mis vacas receptoras, que son animales que han sido aprobados en su fenotipo, buenas ubres y habilidad materna, entre otros caracteres”, dice.

Levi explica que el convenio establece que los animales producidos se repartirán según las necesidades de las partes: “Si la cabaña quiere sumar hembras, se llevará las terneras; si prefiere cargar los machos, las terneras quedarán para mí; todo será muy conversado”.

En síntesis: nuevos sistemas de transferencia embrionaria reducen los costos de la cabaña al “licuarse” en mayor cantidad de embriones logrados; simultáneamente, los embriones transferidos abren nuevas perspectivas para campos de cría bien manejados, en los que se puede concretar un avance genético importante en los rodeos. Una combinación gana/gana, que se está difundiendo aceleradamente.

La técnica en detalle

La producción de embriones in vitro comienza con la aspiración de los ovocitos mediante la utilización de una guía que se ingresa vía vaginal y un sistema que acopla una aguja a una bomba de vacío para recolectarlos. Con el auxilio de un ecógrafo, el veterinario se basa en la imagen para ir punzando todos los ovocitos visibles.

Luego un técnico especializado dentro de un laboratorio móvil (furgón habilitado para tal fin) recibe cada tubo proveniente de la colecta de cada vaca y con una lupa estereoscópica identifica y selecciona esos ovocitos y los acondiciona para luego ser llevados al laboratorio fijo, a temperatura constante de 38,5 Cº durante el viaje.

“Ya una vez en el laboratorio, a las 22-24 horas, los ovocitos de cada donante son fertilizados con el semen del toro elegido. Luego, se cultivan en estufas durante seis días para finalmente formar el embrión”, explica Brian Becker, de InOva BioTech, empresa especializada en reproducción bovina de 9 de Julio.

Los embriones logrados se pueden transferir en fresco o se pueden congelar. En el primer caso, se sincronizan las hembras receptoras en combinación con la aspiración de las donantes mediante un estricto protocolo. “La implantación en el útero debe hacerse en el cuerno del lado del que la vaca ovula, para que se produzca la preñez”, advierte Becker. Se transfiere mediante un pistolete semejante al usado para inseminación artificial, pero más largo, que se introduce vía vaginal para llegar al útero. Con esta técnica se pueden alcanzar tasas de preñez del orden de 45-50% como promedio.

Si no hay receptoras disponibles en un momento, otra posibilidad es congelar los embriones y almacenarlos en termos con nitrógeno, para su uso posterior. “En general, los porcentajes de preñez logrados con embriones congelados son inferiores a los del uso fresco”, aclara Becker.

El costo de producir embriones in vitro es muy variable: depende del tipo de programa específico de trabajo (cantidad de vacas por aspirar, raza, periodicidad). “Organizar programas integrales de producción anual siempre es lo más conveniente. En muchos casos se paga por embrión producido o por preñez conseguida. En el primer caso, un valor de referencia va de 80 a 100 kilos de índice novillo por cada embrión logrado en el laboratorio”, cierra Becker.

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