Alfredo Caro: “El Plan Nuclear del Gobierno presenta una oportunidad extraordinaria para la Argentina pero también, hay un riesgo”
“El negocio de miles de millones de dólares está en exportar reactores, es decir, en que la industria del país que lo construye lo exporte”, afirma. “Si el diseño de base del reactor de INVAP va a la industria de otro país para que se construya ahí, se le daría un golpe durísimo al futuro nuclear argentino”, advierte. “Para desarrollar la ingeniería de base del reactor INVAP hace falta poco dinero y la capacidad técnica argentina es suficiente”, sostiene. “La Argentina es sumamente atractiva en el sector nuclear porque tiene capacidades enormes”, señala. “El Gobierno le abre el juego de la generación núcleo eléctrica a capitales privados: eso es nuevo en la Argentina”, precisa. “El Gobierno busca inversores para desarrollar el reactor pequeño de INVAP en Atucha para impulsar la Inteligencia Artificial en la Patagonia”, sintetiza. “El reactor chino Hualong era una mala decisión: deuda externa que termina en una tarifa eléctrica más cara”, cuestiona. “El reactor de INVAP toma todo el aprendizaje de las últimas dos décadas de ochenta proyectos similares y lo incorpora todo con un eje central: que tiene que ser económicamente viable”, compara. “Si se desestima el soporte público al conocimiento, lo que vamos a exportar es gente”, dice. “Hoy hay cinco proveedores mundiales de reactores grandes, capaces de vender, construir en tiempo y en presupuesto. De reactores pequeños, ninguno. Este es el momento para dar esa pelea”, explica. “Pensar que en 2030 va a haber un reactor pequeño argentino funcionando es una ficción total”, plantea. “La idea de que hay que pasar a un reactor que sea económicamente viable es nueva. Felicito a las autoridades de la CNEA”, destaca. “El trío CNEA, INVAP y Nucleoeléctrica Argentina (NASA) representa un interés enorme para inversores externos. A partir de ahí, se puede plantear: desarrollemos la industria nacional y vendamos reactores”, concluye.
El respetado físico Alfredo Caro estuvo en La Repregunta. Exdirector del Instituto Balseiro en la década del ´90, de donde también se graduó de Licenciado en Física, Caro es un experto de reconocimiento global en la ciencia de los materiales aplicada a la tecnología nuclear. Hace más de veinte años que desarrolla su carrera en Estados Unidos, donde es profesor investigador en George Washington University.
Caro viene desarrollando su carrera de investigador en los centros más destacados de Europa y Estados Unidos, como el Paul Scherrer Institute, en Suiza, para el Programa Europeo de Fusión Nuclear (1987-1993). También en el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, en California, para la National Ignition Facility, donde se lleva adelante un proyecto de fusión nuclear para generar energía, y en el Laboratorio Nacional Los Alamos, New México, Estados Unidos, como jefe del grupo de Ciencia de Materiales Nucleares y Combustibles. Es Doctor en Ciencias de los Materiales por el Swiss Federal Institute of Technology, en Suiza.
El presidente Javier Milei lanzó el Plan Nuclear Argentino. ¿Cuáles son las oportunidades que ofrece para el futuro de la Argentina? Plan Milei vs. plan kirchnerista: ¿cuáles son las diferencias centrales? Financiamiento público vs. privado, reactor chino vs. INVAP, reactor CAREM vs. su discontinuidad. Plan Milei, ¿dónde están los principales riesgos? ¿Capital privado en qué subsector? ¿Privatizar centrales, invertir en diseño del reactor INVAP o construir y exportar? El negocio de los reactores modulares pequeños. Caro hizo su análisis.
Aquí, la entrevista completa.
El Plan Nuclear de Milei. Los puntos clave: ¿nuevo rol de la inversión privada? INVAP, ¿papel clave?
-El 20 de diciembre, el presidente Javier Milei hizo el anuncio del Plan Nuclear. Según se describió muy ampliamente, se enfoca en dos horizontes. Por un lado, en aumentar la capacidad de generación eléctrica, de base nuclear, y por otro lado, aumentar la minería de uranio, todo eso para atraer inversiones en varios sectores, sobre todo en Inteligencia Artificial (IA). ¿Cuáles son las fortalezas que tiene la Argentina para que este Plan Nuclear pueda concretarse?
-La Argentina ofrece interés para inversores privados en el sector nuclear desde diversos aspectos. Hay uno que el plan del Gobierno quiere promover, el desarrollo de la energía nuclear para alimentar una tecnología como la Inteligencia Artificial, que podría desarrollarse en la Argentina si hay inversiones extranjeras. El Gobierno busca que haya interesados en invertir en esta tecnología, pero también invertir en la generación o la expansión de la capacidad nuclear. La Argentina tiene una enorme trayectoria en este campo. La Argentina es atractiva para un inversor. En esta conversación, quiero brindar mi perspectiva desde ese punto de vista no para opinar si lo que dijo el Gobierno es bueno o malo como política sino para pensar si es posible atraer interés de inversores en el sector nuclear argentino, tanto inversores internos o externos. Y sí, la Argentina es sumamente atractiva en el sector nuclear porque tiene capacidades enormes, tanto humanas como materiales, laboratorios, etc. Es decir, es posible atraer el interés de los inversores. ¿Cómo hacerlo? Voy a tratar de desentrañar el mensaje del gobierno. Tengo una idea de cómo podría bifurcarse esta oportunidad en caminos de diferente impacto para el desarrollo nuclear argentino.
-Frente al horizonte de la generación de energía eléctrica basada en los reactores y en plantas nucleares, el Gobierno plantea una gran posibilidad de desarrollo de ese sector en la Argentina y lo enfoca en los reactores modulares, de menor tamaño y de menor costo. ¿Qué chances tiene la Argentina de avanzar por ese lado?
-El anuncio del Gobierno es curioso. Cuando un gobierno anuncia un plan estratégico, lo acompaña de inversiones públicas. Los que tenemos cierta edad, nos acordamos de Kennedy que en el año ´62, dijo: al fin de la década, vamos a la Luna. Estados Unidos acompañó ese anuncio con cerca de 100 mil millones de dólares. Cuando en la Argentina los presidentes Néstor y Cristina Kirchner anunciaron el relanzamiento del plan nuclear, lo acompañaron con unos 5 mil millones de dólares: más de 2 mil en extensión de vida de la central Embalse; algo menos de 2 mil en la terminación de Atucha; para el reactor CAREM, 700 millones; el RA10, 400 millones. Es decir, lo acompañaron de inversiones públicas.
-Aclaremos: el lanzamiento del plan nuclear al que usted se refiere sucedió en 2006. Usted también menciona al CAREM, que es el desarrollo de un reactor modular, algo que se está discutiendo ahora.
-Sí. El CAREM es un actor importante en esa conversación. El anuncio del Gobierno presenta tres puntos muy claros, y otros que no lo son tanto, están implícitos. El primero, es que abre el juego de la generación nuclear eléctrica a capitales privados: el Gobierno habló de “capitales privados”. Eso es nuevo: en la Argentina, la generación eléctrica ha estado siempre en manos públicas. Por eso implica una transformación radical de cómo se generaría energía nuclear en la Argentina: habría inversores privados. La segunda gran afirmación del Gobierno es que esos reactores que se van a incorporar con capital privado son “small modular reactors”. No se habla más del reactor chino que se iba a comprar llave en mano o de otras opciones de comprar grandes reactores: se habla de reactores pequeños. La tercera cosa que dijo el Gobierno es que esos reactores pequeños van a basarse en ingeniería argentina. Esos tres anuncios son lo más concreto del mensaje del Gobierno tanto de parte de (Demian) Reidel como del propio Presidente. Pero simultáneamente apareció un artículo en el Financial Times. Lo vi dos horas después del anuncio gubernamental, pero probablemente apareció en el mismo momento. El artículo informa más en detalle. Dice que el reactor pequeño es el reactor de INVAP. Dice que el capital que ingresará al sector nuclear es capital norteamericano. El Gobierno también hizo otra afirmación muy importante: otorga a ese inversor, para hacer reactores, el sitio de Atucha, que es propiedad del Estado nacional. La suma del artículo del Financial Times, que tiene información dada por el Gobierno, según el mismo artículo lo dice…
Si se desestima el soporte público al conocimiento, lo que vamos a exportar es gente
-Sí, lo cita a Demian Reidel puntualmente.
-Esas conversaciones con este medio británico suma detalles al anuncio presidencial, que fue muy breve y muy genérico, pero con gran impacto. El Gobierno estaría buscando inversores para desarrollar el reactor pequeño de INVAP en el sitio de Atucha para, eventualmente, impulsar la IA en la Patagonia. No se habla del CAREM. Eso es más o menos el Plan Nuclear.
El trío CNEA, INVAP y Nucleoeléctrica Argentina (NASA) representa un interés enorme para inversores externos. A partir de ahí, se puede plantear: desarrollemos la industria nacional y vendamos reactores
El potencial nuclear argentino y la economía IA. ¿Cuál es el nuevo modelo de negocio que propone Milei?
-Sobre el tema del capital privado, usted compara la inversión de 5 mil millones de dólares en el lanzamiento del plan nuclear en 2006 con este anuncio. ¿Este anuncio no viene acompañado de una inversión del Estado sino con la promesa de inversión de capital norteamericano?
-Sí, exactamente. Eso es lo curioso del anuncio, que es un anuncio de una política de Estado en la cual no hay recursos públicos, lo que está alineado con la política del gobierno. Es más bien un pedido, o una oferta a los inversores para decirles: “estamos listos para hacer negocios. El dinero lo ponen ustedes y la Argentina pone la ingeniería, el sitio y el consumidor de la electricidad”. La Argentina lo ofrece para las plantas y los datacenters de la IA. Es más que nada un anuncio para decir “queremos que vengan”. Ahora, vamos a ver si vienen.
-¿Existen compañías privadas del exterior con capacidad de construir reactores, que son desarrollos de muchos años, o los reactores pequeños modulares llevan menos tiempo?
-El tema de la financiación es complejo. Lleva muchísimos años converger a un esquema financiero que sea interesante para el inversor porque necesita garantías de que va a vender la electricidad a un precio que permita recuperar lo invertido. Eso lleva mucho tiempo. El reactor chino era una inversión del Estado. En ese caso, la financiación estaba basada en una deuda pública. Lo propuesto por el Gobierno hoy no involucra ninguna deuda pública. El Gobierno está diciendo: que venga un inversor; el negocio lo podemos discutir, pero no es deuda pública. Eso es importante. La energía nuclear nueva es carísima: es tres o cuatro veces más cara que la energía eléctrica de la Argentina hoy. Pero los centros de datos están acostumbrados a pagar esos precios en Estados Unidos, en Europa, en Asia. La energía nuclear nueva es cara, pero es la que mejor le viene a los centros de datos. Es una industria que está lista para aceptar esos costos. Si a la Argentina vinieran centrales nucleares para vender, sería malo para la Argentina como un todo porque sería mucho más cara. Por eso el reactor chino Hualong 1 era una mala decisión: deuda externa que termina en una tarifa eléctrica cara. La propuesta actual es diferente: ofrece un circuito económico diferente al del consumidor normal de la Argentina. Se puede generar en Atucha y consumir en la Patagonia porque la electricidad se confunde cuando viaja. Se puede generar en un lado y consumir en otro, pero es un mercado distinto. El consumidor local argentino paga un precio, la energía nuclear de un reactor en Atucha va a costar cuatro veces más, pero el consumidor en la Patagonia lo va a pagar porque se lo pagaría en cualquier otro lugar del mundo.
Argentina, potencia nuclear. La gran oportunidad: ¿vender patentes o construir reactores y exportar? Reactor pequeño for export
-La nota del Financial Times pone en boca de Reidel un plazo: en 2030, la Argentina tendría capacidad de exportar la tecnología de reactores modulares pequeños. ¿Es posible cumplir con ese plazo?
-Hay que entrar en aspectos técnicos. El desarrollo de un reactor nuclear tiene muchas etapas. La patente del reactor que hizo INVAP, ACR-300, es una patente, es decir, es una idea conceptual. La ingeniería conceptual ya está. Luego viene la ingeniería de base, un montón de papeles donde dice cómo se construye el núcleo, las bombas, etcétera. Y luego viene la ingeniería de detalle, que dice dónde va cada caño, cada enchufe. Son etapas distintas. Lo que puede estar en una escala de tiempo de dos, tres o cuatro años es la ingeniería de base del reactor de INVAP. La ingeniería de base del reactor CAREM está bastante desarrollada: aunque hay algunos componentes a los que les falta un poco, está mucho más avanzada. Desarrollar la ingeniería de base del reactor de INVAP es el próximo paso. Para eso, hace falta poco dinero. Y la capacidad técnica argentina es harto suficiente para hacerlo. Es decir, ese primer paso, con un inversor que ponga diez a veinte millones de dólares, puede terminar en un par de años con toda la información necesaria para pasársela a un constructor de reactores para que avance con esa etapa. Construir eso lleva muchos años porque hay que desarrollar la cadena de suministros. Hacen falta cientos, sino miles, de millones de dólares. Es otra escala. Pensar que en el año 2030 va a haber un reactor funcionando es una ficción total.
-Cuando se habla de tecnología, quizás el Gobierno se está refiriendo a ese diseño que uno imagina como inicial pero que implica un desarrollo conceptual muy preciso.
-En ese punto es donde yo veo que este programa nuclear argentino puede ser muy beneficioso o muy perjudicial para la Argentina. Supongamos que hay un inversor que contribuya con los 20 millones de dólares. Luego, se necesitan entre cien y doscientos ingenieros. Eso es fácil de conseguir porque la Argentina tiene recursos humanos con salarios inferiores al resto del mundo, entonces es muy competitiva.
-¿La noticia de que INVAP logró patentar este reactor pequeño modular en Estados Unidos es una noticia importante para el Plan Nuclear y para el desarrollo del sector en la Argentina?
-Es muy importante. Este patentamiento tiene que ver con la etapa de ingeniería conceptual, es decir, la idea. Uno patenta la idea rápidamente, no los detalles de cómo se construye esa idea. Que esa idea esté validada por la Oficina de Patentes de Estados Unidos le brinda a INVAP una competitividad remarcable. Es un hecho remarcable que tenga esa patente. Hay que felicitar a ese grupo humano de INVAP. Es atractivo. Alguien puede invertir para llegar a la ingeniería de base. Y luego, alguien puede comprar ese diseño y construirlo. En el mundo hay ejemplos. Algunos tienen el diseño y lo construyen ellos mismos, como fue el caso de Westinghouse o de Areva en Francia. Hoy en día, otras empresas construyen la última parte, desde lo que en inglés se conoce como EPC, un contrato de engineering: la ingeniería de detalle; luego el procurement, que es establecer la cadena de suministro de todas las componentes, y luego la construcción. Si hay un inversor que desarrolla la etapa de la ingeniería de base y la concluye y tiene eso para dársela a un constructor, ¿es la industria argentina la que lo va a construir o es la industria de otro país? Ahí es donde se juega el futuro de la industria nuclear argentina. Si se desarrolla la ingeniería de base, que va a ser beneficioso hacerlo acá para cualquier inversor, tanto argentino como extranjero acá, porque es económicamente competitivo, ¿quién lo va a fabricar? Es lo que cuesta centenas de millones de dólares. Pero si el diseño va a la industria de otro país para que se construya, ahí se le daría un golpe durísimo al futuro nuclear argentino. No hay nada dicho de eso, pero está implícito. Hay un riesgo o una oportunidad extraordinaria.
El reactor de INVAP toma todo el aprendizaje de las últimas dos décadas de ochenta proyectos similares y lo incorpora todo con un eje central: que tiene que ser económicamente viable
De la construcción de reactores grandes al futuro de los reactores pequeños. ¿Cuáles son las chances de Argentina?
-A partir de sus explicaciones, nos está quedando cada vez más claro las posibilidades que ofrece este Plan Nuclear. Por un lado, desarrollar este diseño de base, que es muy complejo, que es el paso previo antes de llegar a la construcción: en ese punto, la Argentina tiene un potencial. Podría haber exportación del diseño base porque la Argentina ya tiene la patente de un reactor modular pequeño. Pasemos a la posibilidad de construcción del reactor y después, de construcción de las plantas centradas en este tipo de reactores. Usted mencionó a Westinghouse y a la compañía francesa: ambos se adentraron en el mundo de la construcción de plantas nucleares a partir de reactores grandes y quebraron. ¿Cómo es esa historia? ¿Qué lecciones deja?
-En la industria nuclear de los años ´80s, empresas grandes como Westinghouse tenían su propia idea de reactor patentada, sus propios ingenieros para hacer la ingeniería de base y su propia empresa constructora para hacer la ingeniería de detalle y construir. Ese modelo funcionó en la mayor parte de los reactores. En China es igual: las tres etapas está todo en manos del gobierno. En Estados Unidos, estaba todo en manos privadas. En Europa, está en manos de Areva, que es pública, pero funciona como una empresa privada. El asunto es que esas empresas tuvieron dificultades. Entonces, hoy el diseño de esos reactores está cedido: es una compra de propiedad intelectual por otras empresas. En Estados Unidos, el que construye hoy los reactores de Westinghouse es Bechtel (NdelE: corporación global dedicada a la ingeniería y construcción). Hoy está haciendo una presión enorme para construir muchos más porque ahora que terminó dos reactors con éxito, ya sabe hacerlos. Westinghouse, en cambio, había perdido la capacidad humana y los conocimientos. Bechtel los recuperó y ahora quiere vender más. Lo mismo pasa con el Candú canadiense: le da el diseño a otros y otros lo construyen. El negocio de miles de millones de dólares está en exportar el reactor, es decir, en que la industria del país que lo construye lo exporte. El desarrollo del diseño es un negocio de una vez: una vez que alguien compra ese diseño por una cifra, que es menor en comparación, y tiene la licencia para construir, ahí empieza el negocio. Ahí es donde el futuro está incierto porque el anuncio presidencial no dice que el Gobierno va a apoyar inversores que construyan en la Argentina: que hagan la ingeniería en la Argentina está claramente dicho, pero de la construcción no se habla. Tampoco lo menciona el artículo del Financial Times. Hoy hay cinco proveedores mundiales de reactores grandes capaces de vender, construir en tiempo y en presupuesto. De reactores pequeños, ninguno. Este es el momento para hacer esa pelea.
-En relación a los reactores grandes, alguien pagó el costo de aprendizaje y otros lo aprovecharon. En relación a los pequeños reactores modulares que se están desarrollando en varios lugares del mundo, y en la Argentina también, ¿el beneficio de esos reactores sería que su desarrollo lleva menos tiempo y menos plata? ¿La Argentina podría encontrar quién lo financie desde el sector privado si el Estado no quiere o no puede hacerlo y se niega a avanzar con ese desembolso?
-Esa pregunta es clave. Supongamos que el diseño, la ingeniería de base, esté hecha en un par de años y por poco dinero. Entonces veamos si la Argentina es atractiva para que alguien ponga el dinero para construirlo. La economía de escala dice que cuanto más grande es más barato el producto por unidad de producto. Pero en el caso de los reactores en general, siendo tan grandes y tan difíciles de construir, porque trasladar cientos de personas con mucho expertise, sino miles, a un sitio lejano, a veces falla. Eso es lo que falló con los grandes reactores y por eso los pequeños tienen chance de tener éxito: se construyen en un medio fabril donde uno controla todos los procesos que involucran un personal estable. Es mucho más probable que se puedan hacer más rápido y más barato. Hay que probarlo. Eso todavía no está hecho. Pero supongamos que está hecho el diseño y alguien quiere decir vamos a construir. Quiero ser crudo: el CAREM pasó un contrato a la industria metalúrgica Pescarmona en el año 2014 por 60 millones de dólares para construir la pieza clave, el recipiente de presión del CAREM. Hoy, diez años después, el recipiente de presión no está. La empresa desapareció, fue a la quiebra, la rescató el Estado y en estos días, está siendo vendida a un grupo de Estados Unidos. Vamos a ver si esa empresa conserva la capacidad de construir ese tipo de metalurgia pesada. Es la única empresa argentina que podría hacerlo. Sin esa oferta, la industria argentina sufriría una gran desventaja.
Polémica. ¿Por qué hay que discontinuar el desarrollo del reactor CAREM? El factor crítico: la viabilidad comercial
-El CAREM es el centro de muchos debates. Uno de ellos es si efectivamente hay que abandonarlo y apuntar al otro tipo de reactores modulares como el que acaba de patentar el INVAP. Los críticos del Gobierno no quieren que se desfinancie el desarrollo del CAREM. Cuando el Gobierno asumió, hubo un informe sobre el avance del Plan Nuclear en la Argentina con eje en el CAREM. ¿Cuál es su mirada en relación al CAREM, a su potencial, a su historia y a esta decisión de parar la pelota para analizar si tiene sentido avanzar por ahí o no?
-Es una pregunta clave. El CAREM fue diseñado en el año ‘84 cuando nadie hablaba de small modular reactors. Se hizo una selección de opciones tecnológicas adecuada al año ‘84. Pero hoy en día hay numerosas ofertas de reactores. Uno puede aprender de estas últimas dos décadas sobre cuáles son las opciones que la mayor parte de los proyectos han tomado. En general, son opciones tecnológicas que están caracterizadas por ser harto conocidas, es decir, que hay una industria que la fabrica: en inglés se llama “off the shelf”, muchas cosas se compran en el supermercado nuclear. CAREM, por el contrario, adopta soluciones muy innovadoras pero que al no tener experiencia operativa, cuando un comprador quiera comprar, se complica. Es como fabricar un auto con cinco ruedas: puede ser que ande bárbaro, pero cuando uno va a comprar un auto, una inversión de todo su dinero y para varios años, lo va a comprar con cuatro ruedas. Y eso porque a la otra opción todavía hay que probarla. Hay años de experiencia operativa con reactores con agua a presión pero el CAREM no tiene agua a presión, es auto presurizado: en eso, hay diez años de experiencia operativa sobre 20 mil de experiencia operativa de un reactor que no tiene presión, que no tiene presurizador. Ese tipo de cosas son una desventaja. Por eso hoy en día mucha gente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y en particular, las actuales autoridades dicen explícitamente que el CAREM no es comercial. En ese sentido, las opciones tecnológicas que implica no van a ser atractivas para un inversor porque hay poca experiencia operativa y porque son costosas. En particular, el edificio del CAREM: si el objetivo es generar 1,2 Giga watts, según dice el artículo del Financial Times, son 40 reactores CAREM, cuarenta edificios como ése. Es inviable económicamente. Por el contrario, el reactor de INVAP pone el foco en el costo, en particular, en el costo de la obra civil. Es decir, el reactor de INVAP toma todo el aprendizaje de las últimas dos décadas de ochenta proyectos similares y lo incorpora todo con un eje central: que tiene que ser económicamente viable. Pasar del CAREM al INVAP son cambios importantes. Inclusive no sé si el edificio sirve. Pero la idea de que hay que pasar a un reactor que sea económicamente viable es nueva. Felicito a las autoridades de CNEA porque lo primero que hizo el doctor General Guido Lavalle cuando asumió el cargo fue hacer un critical review análisis, saber dónde estamos parados. En relación al CAREM, concluye que hay muchas cosas que no han sido testeadas, que no tiene experiencia operativa en el mundo y que por eso, hoy abiertamente, este CAREM no es comercial. ¿Cuánto hay que modificarlo para que sea comercial? Probablemente, la modificación lleve al reactor de INVAP.
Centrales nucleares: ¿tiene sentido privatizarlas? ¿O hay una oportunidad mejor? Alianza público privada
-Entonces, por un lado, está la posibilidad de atraer inversiones para desarrollar un reactor. Por otro lado, la posibilidad de atraer inversiones para construir plantas nucleares centradas en ese tipo de reactores. Y hay una tercera posibilidad atraer inversiones para privatizar algunas de las patas centrales del sector nuclear argentino, por ejemplo, Nucleoeléctrica Argentina, NASA, la empresa que opera las centrales nucleares para proveer de energía eléctrica o por ejemplo, INVAP. ¿Tiene sentido la privatización de ese tipo de organizaciones? ¿Qué ejemplos hay en el mundo?
-Es muy pertinente la pregunta. Ejemplos de privatizaciones de centrales nucleares públicas no existen en el mundo, excepto un caso que es español: se dio en los años ´80 cuando nacía la industria nuclear en España. En ese caso, una empresa que era del Estado pasó a ser pública desde sus orígenes. No es un buen ejemplo. No hay otros ejemplos en el mundo, excepto fracasos. La Argentina fracasó en 1994 con la privatización de NASA, cuando fue creada.
-¿Por qué fracasó? ¿A qué se refiere?
-Fracasó significa que NASA se desprendió de CNEA como la compañía de operación de centrales. Se hizo una licitación. Hubo dos interesados que tomaron los pliegos, pero no hubo ninguna oferta. Hoy NASA, si quiere hacer lo mismo, es menos atractiva que hace treinta años porque los reactores son más viejos. Hoy es una opción menos atractiva que antes, y además antes no hubo ofertas. Sin embargo, y ahí es donde pienso que el sector nuclear argentino puede florecer. Para considerar privatizar el 49 por ciento de su capital, NASA primero necesita generar utilidades, cosa que hoy por ley no lo hace. Como empresa pública, sólo recupera gastos de operación y mantenimiento. Para ser privatizada, necesita generar utilidades. Hoy, la tarifa nuclear eléctrica argentina es bajísima, muy por debajo del promedio: va a tener que subir tal vez a nivel del promedio. Llegado ese caso, la actual NASA, con los redactores en el estado en que están, sería una empresa redituable de 300 millones de dólares por año, según mis estimaciones. Y hablando con autoridades de NASA, compruebo que esa cifra no es irreal: ellos manejan una cifra similar. Si NASA generara recursos y esos recursos se pusieran en el desarrollo del reactor comercialmente viable, es decir, si se integrara NASA al reactor de INVAP y a la CNEA, que es la que tiene la capacidad técnica de hacer la ingeniería de base, ese conjunto casi no necesita inversor externo porque 300 millones de dólares al año son suficientes para desarrollar el reactor con recursos propios. Ese trío representa un interés enorme para inversores externos. A partir de ahí, se puede plantear: desarrollemos la industria nacional y vendamos reactores.
-¿Con el Estado como parte también, un poco dueño?
-Lo que la Argentina podría hacer astutamente es conseguir un socio, no un inversor. Entre un inversor y un socio hay una diferencia. Sería un socio que ponga un poco de dinero para quedarse con una parte de NASA y para comprar la patente de INVAP y juntos con el recurso que es del Estado argentino, construir una empresa e ir a riesgo compartido. Más aún, si ese socio fueran capitales argentinos, cerraría muy bien.
-¿Es un poco el estilo de YPF?
-Exactamente. YPF tiene capital accionario del Estado y del capital privado. Una empresa de esa naturaleza con un socio, y si el socio fuera argentino, tiene un enorme potencial de generar riqueza. Si el socio fuera extranjero es más crítico porque se puede llevar la fabricación a un país que tenga un tejido industrial mucho mayor: se podría llevar el conocimiento a Corea o a Estados Unidos.
El desafío de la inversión en ciencia y educación. ¿Un llamado de atención para el Plan Nuclear?
-Hay una desinversión del Gobierno en educación universitaria y también en estas empresas de estos sectores tan clave como el sector nuclear. Los especialistas que trabajan en esos sectores están viendo sus ingresos impactados por la baja del déficit. ¿Qué riesgo corre el sector nuclear argentino en términos de capital humano por esa cuestión?
-Es un riesgo enorme. En las condiciones actuales, lo primero que la Argentina va a exportar son sus recursos humanos, con lo cual todo lo que hemos hablado carece de futuro. Está siendo maltratado. No sé si el Gobierno necesita tiempo, o algo, pero pensar en que la Argentina va a desarrollarse en tecnologías como la IA y la energía nuclear sin contar con recursos humanos sólidos es una utopía. Ese objetivo tiene que ir de la mano del desarrollo de recursos humanos. No voy a decir nada nuevo si digo que la riqueza hoy la genera la economía del conocimiento. Si se desestima el soporte público al conocimiento, eso no sucede en ningún país desarrollado. Espero que el Gobierno recapacite. Si no, lo que vamos a exportar es gente.
-En la nota del Financial Times, Reidel habla de los ingenieros nucleares y del valor que tiene el capital humano. ¿Hay contactos desde las distintas áreas del Gobierno involucradas o desde el Consejo de Asesores presidido por Reidel con el Instituto Balseiro? Usted es un hombre muy vinculado con el Instituto por su historia de graduado y de director y también por su rol en la Fundación Balseiro, que está muy relacionada con el Balseiro. ¿Hay contactos del Gobierno con el Instituto Balseiro en relación al Plan Nuclear?
-Es una pregunta importante, pero por prudencia creo que no la voy a contestar. Prefiero mantener un rol de observador externo desde la perspectiva de un inversor. Prefiero analizar a la Argentina desde lejos porque cuando uno penetra dentro de la Argentina, hoy el diálogo es muy violento entre los diferentes sectores. El sector nuclear en particular ha visto que el Gobierno no está en buenos términos, en particular por el tema salarial. Ese diálogo tiene que crecer y reforzarse.
-Pero desde el punto de vista del inversor, ¿con qué capital humano cuenta no es una pregunta válida? ¿Qué recursos humanos hay para proveer de especialistas, de ingenieros, al desarrollo de esas empresas en la Argentina?
-Cuando el gobierno dice que la ingeniería va a ser Argentina, ¿dónde se va a desarrollar esa ingeniería? ¿Va a estar en CNEA? ¿Va a estar en los laboratorios de CNEA, de INVAP? Si eso no sobrevive, no va a haber ingeniería en la Argentina. En ese caso, lo único que va a vender la Argentina es la patente de INVAP y por muy pocos dólares: se la lleva otro y hace la ingeniería y la fabricación afuera. Hay que prestar atención a preservar el valor más grande de la Argentina, que es, sin lugar a dudas, el recurso humano que hoy está siendo un poco destratado.
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