noviembre 14, 2024

ADN del crimen. Quilmes se convirtió en una zona de miedo por la reiteración de episodios de extrema violencia y la falta de policías

En Quilmes sobran los delitos y faltan policías. Marina y Gustavo fueron atacados hace poco más de dos meses por un grupo de delincuentes que los sorprendió en su casa. El matrimonio de jubilados todavía sufre las consecuencias de la golpiza que los asaltantes le asestaron intensiva. Gustavo hace ejercicios para poder caminar. A sesenta días de la agresión ocurrida en el centro de Quilmes, el ataque sigue impune. No hay nadie detenido.

Marina y Gustavo, de 76 y 77 años, respectivamente, fueron agredidos el 8 de diciembre pasado, durante la noche. Descansaban en su casa cuando fueron atacados a golpes por siete asaltantes que irrumpieron en la vivienda, situada en Hipólito Yrigoyen y Brandsen, a quince cuadras de la Municipalidad de Quilmes.

Según fuentes policiales y judiciales, los delincuentes entraron en la casa por la pared de Brandsen y sorprendieron al matrimonio cuando dormía. Durante las siete horas que los asaltantes estuvieron en la casa sometieron a torturas a Marina y Gustavo para obligarlos a que dijeran en qué lugar de la vivienda habían escondido una supuesta suma millonaria de dinero. La pareja no tenía esa plata.

En tanto, a pocos días de que se cumpla un año del homicidio de Danilo Marcieri, el repartidor asesinado para robarle la moto en Bernal, ninguno de los dos acusados fue sometido a juicio, mientras que el tercer sospechoso está en libertad debido a que en el momento del ataque tenía 15 años y es no punible para la ley.

Actualmente, los vecinos de Quilmes están conmocionados por el ataque que sufrió una mujer cuando regresaba a su casa, cerca de la esquina Libertad y Gelly y Obes. Un agresor solitario la interceptó para robarle el celular, la manoseó, le sacudió la cabeza contra el pavimento y la abandonó. Hasta el momento, los policías de la comisaría 1°, que quedaron a cargo de la pesquisa, no lograron apresar al asaltante, aunque la imagen del agresor había quedado grabado por la cámara de seguridad de un vecino.

Desde hace un mes, cada lunes, los vecinos del barrio SUPE, se juntan en la esquina de Centenario y Bolivia, cerca del estadio del club Quilmes, para reclamar medidas contra la sucesión de asaltos que sufren los habitantes de la zona.

“Hasta las últimas elecciones, el barrio tenía presencia policial. Pero después de octubre los uniformados desaparecieron y no volvieron”, expresó Omar, un vecino del barrio.

A los integrantes de la familia Ibáñez Souto los asaltaron cuatro veces en una semana. Primero, les robaron el dinero que llevaban para comprar harina. Después les sustrajeron las bolsas de harina que trasladaban a la panadería que funciona en el emprendimiento que instalaron en la zona de la Ribera. Luego, les sacaron el efectivo que le habían prestado para comprar más materia prima para el pan. Y por último les robaron la harina que les habían dado a crédito. Debido a la sucesión de robos, la familia se fundió y tuvo que cerrar la panadería que habían instalado a pocas cuadras del lugar donde, en los últimos días, asaltaron al equipo periodístico de LA NACION+.

Delito y barras

Todos los robos ocurrieron a pocos metros del contenedor que funciona como destacamento policial móvil, en la rotonda de Cervantes e Iriarte. En el caso del asalto a los periodistas del canal LA NACION+, la única policía que estaba en el mencionado destacamento no intervino. Cuando la familia de panaderos fue asaltada tampoco había policías debido a que dicho destacamento no tiene efectivos durante la madrugada. A doscientos metros del mencionado contenedor viven dos familias con lazos de sangre entre sí y vinculados al delito y a las barras bravas de Quilmes y de Argentino de Quilmes.

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Según fuentes policiales, los “Bula” y los Giménez forman parte de ambos grupos de violentos y uno de los “Bula” integró la mesa fundadora de Hinchadas Unidas. Para los “Bula” y los Giménez no existen diferencias con respecto a los clubes que alientan, sino intereses comunes relacionados a los delitos cometidos por ambas barras bravas: viajes, compra y venta de jugadores y extorsiones a los vendedores ambulantes que se instalan en las adyacencias del estadio Centenario y de la Barranca. En el caso de los “Bula”, tienen lazos con la facción del barrio Los Álamos de la barra brava de Quilmes, grupo al que pertenecía Franco “Piolo” Moreyra, el ladrón abatido durante el asalto contra el jubilado Jorge Ríos, a mediados de 2020.

Cerca de la Ribera quilmeña, a un costado de la avenida Cevallos está la villa El Monte, allí vive un supuesto exjefe de la barra brava de Quilmes, identificado como Rati Bustamante.

No había policías en la esquina de Cevallos y Paso el 1° de julio pasado, cuando el juez de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro, Ernesto García Maañón y su custodio mataron a dos de los cinco asaltantes que los interceptaron para robarles, cuando salían del Tiro Federal de Quilmes.

Tampoco había policías la tarde del 25 de febrero del año pasado, cuando el repartidor Danilo Marcieri, de 20 años, fue asesinado de dos balazos por un grupo de delincuentes que le robaron la moto que usaba para trabajar. El sangriento episodio ocurrió en el cruce de Zapiola y calle 162, en el barrio La Cañada, de Bernal, a cinco cuadras de la comisaría Quilmes 5°. El repartidor fue atacado por tres asaltantes que lo interceptaron cuando entregaba un pedido. La investigación por el homicidio de Danilo tiene dos sospechosos detenidos que, todavía, no fueron sometidos a juicio oral.

Ambos acusados habían sido apresados una hora después del asesinato a pocas cuadras del lugar en el que mataron a Danilo. Hasta el momento, no quedaron confirmadas cuáles fueron las pruebas que hallaron los investigadores para fundar la acusación contra los sospechosos. Por ese motivo, en los tribunales quilmeños no descartan la posibilidad de que los policías de la comisaría de La Cañada hubieran apresado a esos sospechosos para mitigar la presión social provocada por el asesinato del joven repartidor. No se trataría de la primera vez que ocurriría una situación como esa.

Dos semanas después del homicidio, la Justicia dejó sin efecto la medida de seguridad que se había dictado contra el menor, de 15 años, debido a que por su edad era no punible para la ley penal.

Aunque circulaba a tres cuadras de la comisaría Quilmes 5°, no había policías en la esquina de Calchaquí y Jujuy, el 14 de diciembre pasado cuando un grupo de ladrones interceptó a Hernán Damián Costa, de 49 años, para robarle la moto.

Ante decenas de vecinos que, minutos después de las 16, caminaban por la zona donde hay dos paradas de colectivos, un bar, una clínica y varios locales comerciales, uno de los asaltantes mató de un balazo a Costa.

El homicidio ocurrió a no más de seis cuadras del lugar donde habían matado a Danilo Marcieri, también para robarle la moto. Al día siguiente del crimen, los efectivos de la comisaría del barrio La Cañada apresaron a dos sospechosos por el homicidio. Uno de los acusados tiene 14 años, es un menor no punible y, si bien actualmente, está con una medida de seguridad, posiblemente recupere la libertad cuando cumpla 18 años, el plazo máximo para mantenerlo alojado en un instituto de menores bonaerense, de dónde no se escapa el que no quiere.

Disparos por un celular

Un mes antes, a veinte cuadras del lugar en el que fue asesinado Costa, en la esquina de Braggio y calle 183 mataron a José María Acuña, de 71 años. El móvil del homicidio fue el robo del celular. Regresaba a su casa después de haber concurrido a una agencia de lotería y quiniela.

En el único de los hechos de sangre que tomaron trascendencia pública en el que apareció la policía fue durante un episodio ocurrido el 27 de enero pasado, cuando cinco ladrones le robaron la camioneta a un contratista en Lisandro de la Torre al 5100, en el límite entre Quilmes y Ezpeleta.

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En ese momento, el dueño de la camioneta Toyota Hilux alertó al número de emergencias 911. Una patrulla policial trató de interceptar al vehículo en el cruce de avenida La Plata y 12 de Octubre. Allí comenzó una persecución que terminó en Bernal, en la esquina de Ituzaingó y Don Bosco, cuando el ladrón que conducía la camioneta siguió de largo en una curva y chocó contra un árbol y la reja de una casa. Dos de los cinco asaltantes murieron en el acto. Un cómplice falleció en el hospital Iriarte y los otros dos ladrones estuvieron internados durante diez días.

Al día siguiente del homicidio de Costa, quien vivía en Florencio Varela y fue atacado cuando se dirigía al restaurante en el que trabajaba como cocinero en Puerto Madero, la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, difundió un comunicado en el que solicitó “al Ministerio de Seguridad de la Nación refuerzos de fuerzas federales en nuestro territorio”.

Hace 72 horas, la jefa comunal convocó a inscribirse al programa para formar parte de la policía bonaerense o para ingresar como conductores motoristas en la patrulla urbana. Fueron las únicas medidas aplicadas por el poder político quilmeño para tratar de sumar efectivos en las calles de un distrito en el que los vecinos caminan indefensos.

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