“Adaptarse o morir”. Cuál es la falacia del dólar barato, según Milei
La máxima circula como un mantra en la Casa Rosada. Para el primer presidente economista de la Argentina es tiempo de analizar el 2024 con papel en blanco y lapicera en mano. Y sobre todo anticipar el 2025. Ya fue claro cuando les dijo a sus ministros que “acá nadie ganó nada todavía” sino que se está recién en los primeros 22,5 minutos del primer tiempo. “Me preocupa que tengamos la osadía de dormirnos en los laureles porque queda demasiado por hacer”, se sinceró ante un gabinete al que busca mantener intacto este año.
Lo apasiona la discusión económica. La disfruta. Al punto de citar ocho autores clásicos en menos de sesenta minutos a sus interlocutores. Javier Milei está convencido de que la idea de atraso cambiario es una falacia o directamente una jugada de aquellos que no entendieron que el paradigma cambió en la Argentina. Pero es consciente que para varios economistas de la oposición este es el talón de Aquiles del modelo. Por eso lo refuta en base a sus argumentos y datos además de definiciones que no admiten grises: “es el momento de adaptarse o morir” alega en referencia a aquellas empresas a las que les cambió el paradigma. Utiliza como referencia el arribo de las lamparitas para los fabricantes de velas pero tal como le dijo a un ministro de su extrema confianza: “Podría citar infinidad de referencias”.
“El modelo K era de emisión, eso generaba pérdida de reservas, mayor brecha cambiaria e inflación y nos llevó al borde del precipicio más grande”, sostuvo. El modelo de Martínez de Hoz -según su visión- tampoco es comparable porque para controlar el dólar subían la tasa de interés y el contexto era totalmente distinto. “El nuestro es de ajuste, superávit, brecha cero -salvo cuando ocurren factores exógenos como el de Brasil- y una devaluación administrada que irá variando su ritmo”. El modelo de Macri tampoco le parece comparable porque financiaba el déficit con mayor endeudamiento.
En lo monetario si diciembre tiene una inflación del 2,5% bajará el crawling peg (devaluación administrada) al 1% y si hay tres meses consecutivos de inflación en 1,5% o debajo de ese número, planea abrir el cepo. Claro está, eso combinado con si la base monetaria estándar es igual a la base monetaria amplia. Es decir, que no haya sobrante de pesos en el mercado.
El presidente también se enoja con aquellos que comparan la situación actual con la convertibilidad o con varias etapas anteriores de la historia local. El exministro de Economía Domingo Cavallo alertó este viernes al gobierno sobre su manejo del tipo de cambio y la “apreciación exagerada” del peso. En su blog personal, Cavallo sostuvo que la apreciación es de alrededor del 20%, similar “a la que existió en los tres años finales de la convertibilidad”. “Apreciación real que llevó a una deflación muy costosa porque transformó a la recesión que se había iniciado a fines de 1998 en una verdadera depresión económica”, agregó. Cavallo aconsejó al presidente que, para cambiar esto, recurra a la eliminación temprana de las restricciones cambiarias, comenzando por las financieras.
“Nuestra realidad es muy distinta. No tenemos déficit fiscal ni deuda. Carlos Menem no pudo sostener el tipo de cambio por el déficit”, aseguró el presidente quien también sigue de cerca la paridad de poder adquisitivo (PPP). Es una medida económica que permite comparar los precios relativos de una canasta de bienes y servicios en diferentes lugares. Se basa en la ley del precio único, que establece que el precio de un bien debería ser el mismo en todo lugar si no hay barreras comerciales ni costos de transacción. Según los datos que mira del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, la Argentina sigue siendo competitiva también en ese parámetro.
Hoy el producto bruto interno per cápita es de US$15.200 corrientes en nuestro país cuando hace un año estaba en US$6800. La mejora del PBI en dólares -dicen en Rosada- pegó directo en los trabajadores que pasaron de un promedio de US$300 a US$1100.
Según sus cálculos los hoy $1100 por dólar equivaldrían a $703 de la convertibilidad o a $550 de la paridad de poder adquisitivo (PPP). Con lo cual el tipo de cambio podría estar aún más bajo.
“El que no se adapta puede desaparecer. Pero esta es la única realidad. Hoy hay que competir y no se puede buscar refugio en la falsa competitividad producto de una devaluación”, sostuvo un alto funcionario de Economía en línea con la visión presidencial. En su previsión aquellos sectores que no son competitivos serán absorbidos por otros que generarán nuevos puestos de trabajo y no lo desvela si a futuro la Argentina es una economía de servicios, de energía, de litio, de inteligencia artificial, solo por citar algunos de los sectores que ganan protagonismo.
El propio Milei le dijo a un grupo de empresarios que “no se trata de un gobierno de políticas sectoriales ni de equilibrios parciales. A mí lo que me preocupa es el crecimiento y no la distribución. La izquierda no puede correrme con el discurso de la desigualdad si la economía crece y la realidad es cada vez mejor”. Su construcción tiene cada vez más en cuenta la batalla cultural. “Si después de abrazar las ideas de la libertad se abrazan las ideas de la izquierda se rompen los avances”. Citó como referencia a “La fatal ignorancia” de Axel Kaiser. En ese libro la pregunta latente es ¿por qué la derecha fracasó en asumir un rol decisivo en la evolución social de Chile?, ¿qué hacer para impedir el progresivo avance hacia un estatismo redistributivo que condene al país vecino al clásico subdesarrollo latinoamericano? Habla allí de una derecha culturalmente anoréxica y avergonzada que se encamina a una derrota cuyo impacto aun no es capaz de advertir. “Los cambios tienen que ser estructurales. Y por eso por ejemplo cuando tengo certeza de la posibilidad de hacerlo elimino impuestos, pero eso recién ocurre cuando la realidad lo permite y anticipa que será un cambio permanente”, analizó una alta fuente de la Rosada ante la pregunta sobre las presiones sectoriales.
Para el campo tiene certeza que a futuro las retenciones no serán parte del modelo, pero cree también que, entre las desregulaciones, la normalización de la economía y la baja de la brecha, se han tomado medidas concretas que impactaron positivamente. Claro está, en el manual de economía libertario no existen las políticas sectoriales ni mucho menos el concepto de distribución de la riqueza que asocian los libertarios con el socialismo. Aquí se habla de generar mayor riqueza y crecimiento y de mirar el impacto que supone.
Acuerdo con el Fondo Monetario
Su idea de “Occidente está en peligro” está más vigente que nunca. Y mientras ultima los detalles de sus próximos viajes a Estados Unidos para la asunción de Donald Trump, al Foro Económico de Davos adonde volverá a disertar -seguramente con un discurso basado en su crítica al socialismo- y a Alemania adonde recibirá un premio, el gobierno avanza en el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que está muy avanzado. Si bien supone un desembolso que en Casa Rosada se excusan de cuantificar, en el mercado se habla de US$12.000 a US$15.000 millones, a los que podría sumarse otro organismo multilateral con partidas iniciales de US$3000 millones.
“Todo irá a cancelar deuda”, admitieron. En ese camino el Banco Central informó el viernes que consiguió una línea de financiamiento de US$1000 millones de parte de cinco bancos internacionales, a través de una operación de pase pasivo (REPO), que implicó otorgar como garantía los bonos Bopreal. El préstamo tiene un plazo de dos años y cuatro meses, a una tasa anual de 8,8%.
La operación se hizo con los bancos internacionales BBVA, Santander, JP Morgan, ICBC y Citi. En la subasta realizada el 27 de diciembre pasado, el BCRA recibió ofertas por US$2850 millones. Según indicó, ese monto superó en casi tres veces la cantidad licitada. “Frente al exceso de demanda y en vista de la evolución favorable de sus reservas internacionales, el BCRA optó por no tomar un monto mayor”, dijo el Banco Central en un comunicado. Las obligaciones del 2025 ya están cubiertas, según pudo saber LA NACION por parte de una fuente inobjetable.
Mientras tanto, en el Gobierno trabajan también en una reforma del sistema financiero que evite autocorridas y en la que se pueda utilizar reservas en caso de ser necesario. Además de una nueva realidad para el Mercosur adonde el presidente ya anticipó sus futuros movimientos. Un eventual acuerdo de libre comercio con Estados Unidos aparece como una de las hipótesis de alta probabilidad de ocurrencia. Se evalúa incluso por estos días cuál sería la mejor fórmula jurídica para implementarla y hasta la posibilidad de dejar de ser socio pleno en caso de que sea necesario. Es que el 2025 es para los libertarios el puntapié de una infinidad de reformas que esperarán del resultado de las elecciones para avanzar: la reforma laboral y previsional de fondo aparece entre esas prioridades al igual que la reforma tributaria en la que trabajó el propio ministro de Economía con todo su equipo y a la que el presidente de la Nación le pondrá su impronta. Enero es el punto de partida en el que el silencio de la Quinta de Olivos construye el mejor escenario para hacerse preguntas como una que sorprendió a sus interlocutores cuando el propio presidente se las disparó: “El problema de Tierra del Fuego. ¿Es la isla o el continente?”. Todo según con el prisma con que se lo mire. Para un libertario no hay dudas que es la presión tributaria que impone el continente.
El presidente sostiene que el valor del dólar es competitivo y lo argumenta: el superávit y la no emisión aparecen como dos de las razones que lo diferencian de Carlos Menem y de Martínez de Hoz, según argumentó una alta fuente de la Rosada; planea una reforma anticorridas y un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos; las negociaciones con el Fondo Monetario ya están muy avanzadas; lo que vieneLA NACION